- Eso esperamos... - respondió George, a sabiendas que aún les faltaba otra noticia, creo en sí que la señora no iba a querer decirle nada de nueva cuenta.
- ¿Me puedes soltar? – pregunta Candice a su esposo.
- ¿Qué más me tienes escondido? – pregunta Albert no de muy buena manera, buscando en la mirada de su esposa.
- Tu inocente esposa... no puede esconderte nada, pero quizás los demás quieren enterarse de lo que has hecho – susurra la rubia haciendo que su esposo no la entienda.
- ¿Qué de todas las cosas? – pregunta Albert encerrándola entre sus brazos.
- El plan... - instigó ella.
- ¿Podrían dejarnos a solas? – cuestionó a los que estaban escuchando.
- Enseguida... - todos respondieron y se retiraron.
- Le dije... - soltó George de pronto.
- ¿Qué sucede George? ¿Tú qué sabes? – cuestionó el señor Brighter.
- ¡No puedo decírselo, ella lo hará! Permiso... -George se disculpa.
- Candice, eso no puedes decírselo a nadie – le advierte a su esposa robándole un beso.
- Lo sé, pero sólo una persona ya lo sabe... - afirma la rubia.
- ¿Qué dices? ¿Quién es? – le pregunta alejándose.
- Yo señor... - refiere George.
- George... - sonríe y ve la complicidad del hombre con su esposa.
- Sí señor, de hecho, la señora no me lo dijo, lo intuí ese día que visité a la señora en la Taberna – comienza a contar lo que había sucedido en ese tiempo.
- ¿La visitaste en la taberna? ¿Quién te dio permiso? – recrimina el rubio mirándolos a ambos.
- Lo mande a llamar... - resolvió contestar la rubia.
- ¿Por qué? – preguntó el rubio.
- Porque Lemarque se encontraba cerca de allí, teníamos que hacer algo, ¡urgente! – explica George con ansiedad.
- Espera... espera... - pidió Albert sin entenderlo del todo.
- Sólo hicimos una treta para él – menciona George.
- ¿Por qué le dijiste? – preguntó de nueva cuenta su esposo.
- ¡Yo no fui! – se excusó la rubia.
- ¡Como que no fuiste! Él no pudo haberlo descubierto tan sencillamente, ¿quién les dijo? – y volvió al ataque.
- ¿Qué quieren decir con quién les dijo? ¡Lo averigüé, sólo eso! – menciona George.
- ¿De quién? – volvió a preguntar.
- ¡Quiero decir lo intuí! – refiere de nueva cuenta y al parecer su patrón no dará marcha atrás para decírselo.
- ¿De quién? – insistió.
- De quién, ¿qué? – Candice y George se pusieron a la defensiva.
- De una vez por todas, ¿me van a decir? – pero cuando a Albert se le metía una idea en la cabeza, no había poder humano que se la quitara, así que siguió insistiendo.
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Pasión Africana
AventuraESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Albert realiza su último viaje a África antes de tomar el puesto de Patriarca de la familia A...