Capítulo LXI

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- Lady Candice, ¿qué hace despierta? – pregunta Sir Abahinn.

- Con tanto ruido que hacen como no estarlo, pero en si estoy medio dormida – atestigua la rubia, riendo por lo dicho y recargándose sobre sus palmas.

- Debería descansar no andar medio dormida aquí – reclamó Sir Campbell que venía llegando.

- Y ¿qué harán mientras tanto? ¿Crucificar al pobre de George...? Si lo hice, me utilicé a mí misma como carnada porque... porque antes de venir a Londres, Pierre quiso abusar de mí... - refiere cuando varios de los hombres sacan los ojos y se atragantan.

- ¿Qué ha dicho? – el rey quiso saberlo.

- ¡Candy! – Amín no podía creerlo.

- ¡Señora Candice! – Sir McDougal también hace lo mismo.

- Lady Candy, ¿lo hizo? – cuestionaron ahí casi al unísono.

- No, además ya no era... bueno creo que algunos de ustedes ya lo saben... incluido el señor Brighter, pero créanme fue por amor... en fin – habla de idea extrañas e inconclusas exasperando a más de uno.

- ¿De qué habla, Lady Candice? – cuestionó el Rey con un poco de desespero.

- ¿De qué hablo? De nada y de todo...bien...Pierre le escribió una carta a su padre...tengan y entérense, ¡ah, pero antes esto es lo que su padre le escribió a él! – Candy entrega dos papeles a George, una es la carta de Pierre y el otro es un telegrama.

- Pero, Lady Candice... - apenas hubo leído otras cosas.

- Lo sé George, anda ven, siéntate a mi lado – le pide Candy, haciendo que George extienda ambos papeles a sir Abahinn que los toma con asombro.

- Sí señora Candice, en un momento voy. Señora puede decirme ¿en qué estaba pensando? – George la retó.

- En decirles todo George, ¡igual no lo entenderán! – confiesa Candy en susurros, sabiendo que nadie la va a felicitar por lo planeado.

- ¿Qué se está creyendo ese hombre? Entonces, ¿es cierto lo que pensaba el tribunal? – cuestionó Sir Campbell que no podía creerlo.

- Sí, es cierto y eso es lo que quiere, quiere mis propiedades, quiere mi dinero y me quiere a mí para Pierre, para él, represento su estabilidad económica y... - responde Candy cuando se interrumpe.

- ¡No señora, no lo diga! – pide George, pero Candy no puede más con ello y lo suelta.

- Y mi dote de princesa, ¡lo hará la persona más rica de Escocia! – declara Candy sorprendiendo a todos con esa información.

- ¿Qué cosa? – ahora sí, preguntaron todos.

- ¿Sabía usted...? – cuestionó el rey.

- ¡Candy! – mencionó Amín.

- Lady Andley – lo mismo hizo Abahinn obligándole a sentarse por la impresión.

- ¡Que era princesa! ¡Segunda al trono! Por supuesto que lo sabía, desde hace mucho... desde el tren de Lisboa...ahora que, si me preguntan por mis padres, creo que Lady y Sir Borthwick ¡deben decírselos! – responde de manera sarcástica y acusadora.

- ¡Dios Candy! Puedes ahorrarte el sarcasmo, esto que has hecho... ¡Dios Santo, nos manejaste a todos a tu antojo! – reclama Abahinn enojado.

- No Abahinn, sólo los enfoqué a que el duque Lemarque no supiera que me había quedado embarazada antes de casarme con Albert – confiesa Candy, siendo parte de la verdad.

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