- Richy te doy permiso que me traiciones, vas a decirle a Lemarque que tienes a su hijo en Londres... - soltó Candy esperando que su ahora amigo no preguntase nada.
- ¡Estás loca! ¡No lo voy a hacer! – cómo era obvio Richard se negó.
- ¡Pues lo harás! ¡Invéntate cualquier cosa! ¡No sé, qué sabes todo lo que haremos o cosas así...! – soltó Candy viéndolo reflejado en el espejo.
- ¿No puedes estar hablando en serio? – exclamó Richard asustado por el dejo de preocupación que al parecer no apareció nunca.
- ¡Oh sí que lo estoy haciendo y lo harás! – advirtió ella bajando la mirada a su emblema familiar.
- Duque, le recuerdo que ha firmado... - comenzó a decir Sir McDougal.
- ¡Sé lo que hice! Pero Candy, ¡no puedes pedírmelo en serio! – él quería convencerse de que ella no se lo estaba pidiendo.
- Pues te lo estoy pidiendo en serio, Richard, lo siento, debes aliarte con Lemarque – volvió a decirlo nuevamente.
- ¿Quiénes más Candy? Dime, ¿quiénes más estarán cumpliendo esta orden? – cuestiona Richard muy preocupado.
- Será mejor que no pregunte, ha firmado... - recuerda Sir McDougal.
- ¡Maldita sea! ¡Sé lo que he firmado! ¡Pero no quiero hacerlo...! - reacciona Richard.
- Abahinn y el jeque y... - responde Candy, soltando un suspiro y dándose la vuelta para encararlo.
- ¿Y? – Richard insistió, sabía que debía haber alguien más.
- Mickael Branor Valois-Buchanan – soltó Sir McDougal observando a los presentes.
- Y ¿quién es ese? – el duque no lo pudo relacionar con nadie más o nadie de los que sabía que estaban ahí hasta que...
- Yo, Duque Grandchester – Mickael se levanta y presenta con una venia.
- ¡Tú! ¡Tú eres...! ¿Eres un... Buchanan? – sin poder creerlo, no podía creerlo, estuvieron conviviendo con otro Buchanan y no lo sabían.
- Sí señor y Candy es mi prima... - esa respuesta no era esperada, eso lo sorprendía de sobremanera.
- ¡Válgame... no puede ser cierto, tan pequeño que es el mundo! – exclamó el duque, tratando de sostenerse en pie sin poder lograrlo. ¿Cuándo nos lo iban a decir? – preguntó muy enfadado.
- Cuando fuera necesario, de ser necesario... nunca... - respondió él mismo Mickael.
- Serénese Richy, necesitamos que ustedes tres, hagan lo que me prometieron... - recalca Candy aún esperanzada.
- ¡Somos cuatro! – rebatió Richard.
- Hasbún, no cuenta... – refiere Mickael.
- Abahinn, Hasbún y Mickael, ¿crees que nos hará caso? – pregunta Richard incrédulo.
- Nadie me conoce Richard, en teoría yo soy un allegado a la corona, pero tampoco lo sabe nadie, así que puedo ser cualquier persona. La realidad es que sólo son dos de este lado – confiesa Hasbún.
- ¿Dos? – Richard no se quedaba tranquilo.
- Sí, dos. El otro es el Rey... - suelta Sir McDougal.
- ¿Qué hará el rey para obligarlo a salir? – repregunta, sabiendo que muy probablemente no se le informará nada.
- No lo sabemos, pero de que nos enteraremos, lo haremos. Con su permiso, debo ver si nuestros alimentos ya están listos – refiere Mickael, se le había ocurrido una grandiosa idea, pero necesitaba del interesado en ella y por ello saldría de esta habitación para ir en su búsqueda a la otra, donde yerno y suegro peleaban por la virtud de Lady Candice.
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Pasión Africana
AventuraESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Albert realiza su último viaje a África antes de tomar el puesto de Patriarca de la familia A...