Capítulo XXXVI

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Inicio del flash back

En la mansión que albergaba a Sir Abahinn Carnegie, se encontraban los Grandchester descansando, habían decidido, pero Sir Abahinn no lo logró hacer, así que mejor se levantó y se dirigió a la biblioteca, abriendo un libro y más que un libro era la investigación acerca de Lady Andley, lo tomó y se dirigió hacia el sofá de la biblioteca, observándolo y delineando su robusta confección. Era para él más que una misión y por lo mismo tenía cada telegrama, carta, papelería del Rey Jorge V y sobre todo fotos, desde que ella había llegado al orfanato hasta convertirse en toda una señorita, es decir cuando él se dirigió hacia el colegio para cuidarla, espiarla, amarla...

Necesito dejar de pensar en ella, aunque quisiera respirarla y sentirla cerca de mí, pero... ¿cuándo he estado cerca de ella? Sólo la veía en el colegio cuando por las noches se colgaba de los árboles, cuando corría como desesperada de su tan añorada segunda colina de Ponny o cuando simplemente salía por una de las bardas para visitar a.... a Albert. Nunca pensé que me enamoraría de ella como un estúpido, que tonto pensarlo siquiera, nadie debía darse cuenta de mi amor por ella, nadie ni siquiera mi padre y caí en mis propias mentiras, caí en ellas sin remedio. Mi padre aceptó su tarea, decidió irse a África, decidió ser su soporte cuando era yo quien quería serlo, pero no me dejó, me dijo que con mis pensamientos peligraría la misión, siempre fui cuidadoso, siempre me cuidé de no enamorarme y aquí estoy. No la conozco en persona y mucho menos tengo el motivo para separarla de su esposo, no la conozco y por eso mismo, siento que duele más que mil ferras en el corazón. ¿Cómo puedo quitarme este sentimiento que me lastima tanto? Siento... ¡estoy tan enojado que golpearía a Albert Andley por quitármela! ¿Por qué ella tuvo que enamorarse de él? ¿Qué podría hacer en esos momentos? ¡Odio a Albert Andley y detesto que tenga un hijo de él! Pero... ¡me odio a mí mismo por amarla y desearla hasta que la pasión me consuma! Sin embargo, sin embargo... siento una especial alegría por saberla a salvo... ¡Qué contradictorio! ¡Qué sentimientos tan ilógicos tengo! Aborrezco siquiera la idea de que ese animal la toque, Emanuelle Lemarque, ¿por qué tuvo que aparecer en su vida? Si ella no se apellidara Andley no hubiese ocurrido nada de esto... - Abahinn sonrió ante sus absurdos pensamientos.

- ¡Lord Straight, aquí estás! - lo llamaron a lo lejos.

- Terrence, pensé que estabas descansando... - Abahinn pudo limpiar las lágrimas que había comenzado a soltar.

- Ni lo sueñes... aunque me preguntaba ¿has tenido noticias de Candy y Albert? - preguntó como si fuera cualquier otro tema.

- Ninguna, pero hablé con tu padre y en estos momentos... - se interrumpió.

- En estos momentos ¿qué? - quiso saber.

- Ha decidido y firmado el contrato de confidencialidad, por supuesto - sabía que de cualquier manera él, iba a enterarse.

- ¿Va a ayudarnos? - se sorprendió. Ya ves que no me quiere dejar ir solo - respondió él sin remedio.

- En lo que le sea posible, mientras ustedes van a España, me encargaré de su seguridad en Dover, debemos ser muy cuidadosos, los demás miembros del Tribunal tendrán que interceptarlos dado que a mí ya me conoce Lord Lemarque... - cuenta Abahinn.

- Cierto, espero que ahora duela menos... - suelta Terrence sin querer.

- ¿A qué te refieres, Terrence? - cuestiona sin siquiera quitar la mirada del horizonte.

- Sabes perfectamente a qué me refiero, lo es todo, sé que la amas, más que yo probablemente, pero te informo que no eres el único, también lo hizo Anthony, Archie y Stear, en sus tiempos; Sir Stephan Adam, a mí, el Dr. Pereyra y por supuesto su tío Alphonse, ese cerdo... - enlista a los admiradores de la rubia.

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