Capítulo XXXIII

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- Permiso, su alteza pide la presencia de Lady Beth y el Duque Grandchester, por favor - Amir les anuncia a los invitados y se observan entre ellos.

- Lady Beth, acompáñeme. No se preocupe Sir Boid yo la cuidaré, se lo prometo - Richard le promete, aunque con otro significado. Candice se levantó rápidamente y comenzó a caminar cuando fue alcanzada por Richard

- Gracias Richard - Albert le agradece por la seguridad con que lo dice.

- De nada hombre, para eso venimos - responde Richard.

Candice y Richard dejaron a los demás en la salita de té y es entonces que Amir les pide que lo sigan, adentrándose a la sala privada del jeque Hasbún. De pronto Candice hizo un a genuflexión y dejó el rostro hacia abajo como alguna vez la señora Elroy le había enseñado mientras que Richard dobló el torso y levantó el rostro admirando el bello traje del jeque en lino color crudo e hilo de oro, además del gran turbante que tenía puesto en la cabeza, al contrario del hiyab de las mujeres.

- ¡Buenas noches, Duque Grandchester! - saludó Amín al duque.

- Buenas noches, su alteza - Richard regresó el saludo.

- Perdone el error de Amir, no sabíamos que eran de la realeza - explica Amín.

- No se preocupe, no somos de la realeza...exactamente. Sólo pertenecemos a los que podemos ser reyes, mi trabajo está en el parlamento nada más - aseguró ella.

- ¿Son nobles, entonces? - preguntó Amín cada vez más confundido.

- Yo sí, espero que recuerde a Lady Beth... ah espere - Richard se había olvidado de que Candice seguía mirando al suelo.

- Gracias Richard, hola, señor...jeque Hasbún - Candice se encontraba nerviosa y no sabía cómo llamarlo, la verdad que su mirada la hacía sentirse incómoda.

Para el jeque, por otro lado, fue un impacto admirar la belleza de Candice, la había visto por la tarde, la veía ahora y no podía creerlo, era la mujer occidental más bella que sus ojos hubieran visto, desde ese momento fue imposible que pudiera quitar la vista de esa dorada cabellera y de aquella infantil hermosura.

- Puede llamarme Amín, Lady Beth... - informó el jeque.

- ¡Gracias, que alivio! Memorizar los nombres últimamente me cuestan trabajo - admite Candice.

- De nada, quizás quiera antes de la cena conversar con mi esposa Aaminah y mis dos hijas Fariha y Ghaaliya - refiere el jeque, algo que debía de recordar era que ella ya estaba casada y que él no podía romper los votos de su familia.

- Si usted gusta, por supuesto - aceptó Candice emocionada por ver a las chiquillas.

Amir la dejó en la habitación de las pequeñas y regresó a dónde se encontraban Richard y el jeque juntos.

- Amir... - lo llamó el jeque.

- Su alteza - atendió al llamado.

- Lleva a Lady Beth con Aaminah y mis hijas - solicitó el jeque.

- Sí su alteza, Lady Beth ¿me acompaña? - le pregunta Amir.

- Por supuesto, me ayuda por favor - la rubia asiente y se cuelga del brazo de Amir para sostenerse.

- Claro, venga, apóyese en mí - sugiere el sirviente.

- Ahorita vengo, Richy - avisa Candice y desaparece.

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