Parte II
- ¡Me besó a mí! – exclamó George con susto.
- Que hizo ¿qué? ¡Estás despedido! ¡Toma tus cosas y te me vas de esta casa y de esta familia! – ordena Albert colérico.
- Pero... no lo disfruté señor, se lo aseguro. Además, la señora me obligó – pero George parecía estar muy tranquilo, ni se inmutó cuando los gritos de Albert casi le perforaron el tímpano.
- ¡No me importa si te obligó o no! ¡Ya te he dicho que te vayas de aquí! – siguió con la perorata que se le había instado en el momento en el que Candice lo sedujo.
- No puedo irme señor, además si la señora se entera... se va a enojar con usted – le dijo entre medio broma y medio preocupación.
- El que debe de reclamar este asunto soy yo, no ella – aclaró el rubio, pues ya nada más faltaba que se le subiera a la espalda para que creyera que ella tenía la última palabra.
- ¿Está seguro de que esas son sus órdenes? – George quiso saber.
- Muy seguro, por supuesto... - se jactó de su decisión.
- ¿Y qué tan seguro está señor William? – George por una extraña razón estaba haciendo... ¿tiempo? ¿Para qué? ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que Candice había cuestionado a su rubio esposo por esos gritos que alertaron a Mary.
- ¡Cand..ice! – pronunció el nombre de su esposa cuando en el umbral de la biblioteca apareció ella.
- George, puedes retirarte – Candice le dio permiso de retirarse.
- Bien, permiso señor, señora – George en medio de una gran sonrisa al ver a ese par rubio verse uno con cara de sorpresa y tragándose su orgullo y la otra con aires de superioridad.
- Pasa George y olvida lo que ha dicho mi esposo – reconvino dirigiéndose al resquicio de la ventana.
- S...í señora, permiso – George aceptó la orden, pero cometió un grave error, mirar a los ojos a Albert que con cara de pocos amigos le observaba y tenía inmensas ganas de golpearlo. Pero con Candice en medio, ¡imposible! Por lo que se limitó a acceder y eso era suficiente.
- Yo también me voy muchachos, hablen a gusto – el señor Brigther que había pasado del susto a la risa en tan sólo unos minutos, deseó a los rubios una buena platica y se retiró de ese bochornoso espacio para dejarlos hablar a gusto.
- ¿Qué me quieres reclamar? – cuestionó la rubia sentándose, eso sí como pudo a escuchar los supuestos reclamos que de su esposo salieron minutos antes.
- ¡Yooo nada! Sólo que... ¿por qué con George? – preguntó Albert extrañado.
- Era el único hombre ahí o preferías que el dulce Abahinn que estuvo enamorado de mí desde hace unos años... como por ejemplo 10, fuera el que disfrutara ese beso o que mejor Amín con esa piel dorada y lindos ojos verdes... - comenzó a cuestionar la rubia.
- ¡Basta Candice! ¡Ni intentes ponerme celoso! – le pidió de manera enérgica.
- Ah pero ¿estás celoso? – preguntó ella sonriente.
- Tú sabes que sí, por eso necesito saber ¿si lo disfrutaste? – cuestionó de nueva cuenta.
- De hecho... no, pobre George cómo lo maltratas de esa forma. Él también te dijo que no lo disfrutó – reclama la rubia y a la vez comienza a reprenderlo.
- ¡No me importa! – respondió en forma de berrinche.
- ¡Lo obligué! – Candice informó rápidamente.
- ¿Cómo lo obligaste? – pero la curiosidad pudo más que todo.
- Le dije que, si me obedecía, podría ser el padrino de nuestro hijo – respondió la rubia con ojos coquetos.
- ¡Qué ofertón! – exclamó Albert un tanto raro para el hombre.
- ¡Verdad que sí, mi padre debe ser el padrino de mis hijos! – declaró ella muy sonriente.
- Candice, él no es tu padre – refutó el rubio.
- ¿Estás seguro? Creo que mejor deberías de preguntarle al señor Brigther – Candice volteó el rostro para observar el jardín.
- Candice, ¿qué hiciste? Otra vez sin mi permiso... ¿verdad? – Albert no quería oír la respuesta, pero...
- Nada, sólo que adelantamos algunas cositas... - soltó ella rodando los dedos índices unos sobre otro cuando intentaba escabullirse de la biblioteca.
- ¡Detente...! Dime ¿qué hiciste? – volvió a cuestionar haciendo que sus rostros quedaran frente a frente.
- Nada, trata bien a George porque es...
- ¿Quién es George en tu vida? ¿Quién es George en mi vida? Recuerda que ¡ya estás casada!
Continuará...
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Pasión Africana
AdventureESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Albert realiza su último viaje a África antes de tomar el puesto de Patriarca de la familia A...