Capítulo LII

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- ¿Qué cosa dice? - Candy soltó un quejido y al sentirse mareada se sentó en la primera silla que vio a su alcance,

- Sí Candy, ellos son tus verdaderos padres, ellos no te regalaron, el médico de la familia te llevó a Estados Unidos para sanarte y en el camino conoció a mi padre, él enfermó y al morir, mi padre se hizo cargo de ti, pero también los perdí a ellos, así que aquí me tienes, mi padre te dejó aunque no me acuerdo muy bien, te dejé de ver y no supe más de ti hasta que volví a encontrarte en Lisboa - explica el Dr. Pereyra.

Fin del flashback

Y muy cerca del Tribunal de Lyon...

- ¡Señora mía, señora! - Amir llamaba a Aaminah.

- ¿Qué sucede Amir? - preguntó ella ansiosa.

- Los señores Borthwick se encuentran ya en las carretas, ¡qué suerte que me los he encontrado a mitad de camino! - refiere Amir, ayudando a su señora a levantarse.

- ¿Carmenza fue la única que llegó al Tribunal? - preguntó Aaminah a su fiel sirviente.

- Sí mi señora, ella fue la única que llegó, tal y como lo había planeado Lady Candy - explica Amir dándose cuenta de la última frase, muy tarde.

- ¡Increíble! ¿Verdad? - Aaminah entonces lo recriminó por esa información.

- Bastante - se limitó a decir.

- Mi señora a sus pies... - llegó Sir Stewart inclinándose y ayudándola a subir al carruaje que estaba disponible a ella.

- ¡Estamos listos! - preguntó Aaminah alegre por tan galantes palabras.

- Sí, ya todo está en las carretas - informó Sir Stewart.

- Y... ¿mis hijas? - cuestiona curiosa Aaminah.

- En el Palacio mi señora, sanas y salvas - informa Amir.

- Bien, entonces, ¡vámonos! - exclama ella alegre por haber sido rescatada por un Sir.

- Sí, mi señora - Amir asintió.

Mientras en la finca de los Thompson...

- ¿Cuándo me voy a levantar? - pregunta Terry por centésima vez.

- Cuando pueda usted, mi joven amigo - informa Alphonse sirviéndose otro vaso de whiskey.

- Seguro, ya lo puedo hacer... - Terry se levantó y comenzó a colocar el pie dándose cuenta de que fuerza era lo que no tenía.

- Lo dudo, recuerde que ahora si tiene usted lastimada la pierna - aclaró el hombre sin ver en realidad hacia el joven.

- ¡Vaya, qué pena! - Terry prefiere no hacer hincapié en la necedad de levantarse y vuelve a recostarse, dándose por vencido.

- Antes... ¿por qué fingía que debía de mantenerla lastimada? - cuestiona Alphonse.

- Porque así me lo fue ordenado - refiere sin pensárselo.

- ¿Por quién? - pregunta atento.

- Por mi padre, cuando Lemarque lo traicionó, mi padre creyó que así se iba a convencer a cualquiera de que si estaba herido porque él me había atacado - explica sintiéndolo como si lo estuviese platicando con su padre.

- Y ¿fue cierto? - Alphonse quiso saberlo.

- Sí, no del todo, no de la pierna - refiere Terry acomodándose nuevamente.

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