La linda luz de la mañana despertaba a todo el campamento, que muy contrario a lo que Alfred esperaba ahora Candy ya no se encontraba en ninguno de los vehículos. Albert se había levantando al alba, se duchó y afeitó rápidamente, preparó el desayuno para todos y colocó la mesa. Alfred llegó a la cocina cuando una humeante taza de café fue colocada sobre la encimera.
- ¿Por qué tan alegre Albert? – cuestiona Alfred sorprendido.
- Los secretos no deben decirse, pero hay algo que debo pedirle – refirió el rubio al viejo Alfred.
- ¿Qué cosa? – preguntó Alfred intrigado.
- Estoy en campaña, así que nada de esto debe salir de aquí, ya cometí un error y no pienso cometer otro – advierte el rubio acomodando los platos en la mesa.
- ¿De qué hablas muchacho? – preguntó Alfred sin entender ni una palabra.
- Sabes quién soy yo y también Pierre. Así que por algo que ayer me dijo Candy presiento que Pierre la va a obligar a que se case con él a la fuerza, por el contrato – explica Albert, preocupado.
- ¿Qué dices Albert? – Alfred pregunta enfadado, a sabiendas que fue el mismo Pierre el que le aclaró que sólo la estaba ayudando, en su cara le afirmó que así era.
- ¡Baja la voz, Alfred! Tenemos que impedir que Pierre vaya al telégrafo o que mande a alguno de los ayudantes del campamento.. Su padre y él están confabulados para esto y no sé qué es lo que se traen con Grandchester – informa el rubio.
- ¿Estás seguro? – cuestiona Alfred, sorprendido.
- Sí, pero luego te cuento bien, Candy y yo vamos al pueblo; inventa un favor tenemos que comunicarnos con George, por ningún motivo dejes que Pierre nos acompañe, ¿de acuerdo? – Albert pide afirmación.
- Sí, de eso me encargo. Y ¿en cuál campaña dices que estás? – cuestionó Alfred interesado en el plato que Albert pone en la encimera.
- ¡Pues en ésta, enamorar a Candy! – responde él, emocionado.
- ¿Estás hablando en serio? – pregunta el hombre mayor sonriendo.
- Sí, hemos hablado y ¿sabes si hay algún sacerdote en el pueblo o un juez? – cuestiona Albert, como si hablara de hacer palomitas.
- ¿Tan pronto? ¡Pero no se pueden casar, es menor de edad! – increpó Alfred, muy asustado
- Le daré un anillo de futuro compromiso en San Pedro, si las cosas no salen como espero – Albert atinó a contestar sin dar tanta explicación.
- Buena idea, pero necesitarás un testigo... – refirió Alfred, sonriendo.
- Ya nos las ingeniaremos – suelta Albert volviendo a servir otros platos.
- Bueno, vamos a llamar a todos. Muchachos el desayuno está listo – Alfred avisa en el corredor y uno a uno van apareciendo.
- ¡Buenos días! – saludan.
- Buenos días. Albert quisieras ir a ver ¿por qué no esta aquí, Candy? – Alfred le pidió a Albert que fuera por Candy, una vez que ya todos se habían sentado.
- Por supuesto, en un momento estoy con ustedes – sonrío para todos al levantarse, pero también para sí.
Toc toc
- Adelante... – la rubia dio acceso a su habitación, distraída con su arreglo.
- ¡Buenos días, Candy! – saludó Albert ceremonioso y quedándose en el marco de la puerta.
- ¡Albert, buenos días! ¿Qué sucede? – saluda y cuestiona rápidamente.
- Te preparé el desayuno y esperaba que me acompañaras, el tuyo es... ¡especial! – le informa entusiasmado por el suceso.
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Pasión Africana
AdventureESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Albert realiza su último viaje a África antes de tomar el puesto de Patriarca de la familia A...