Capítulo XLVI

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- ¿Qué? ¿Cómo ha dicho? ¿En el establo? ¡Lléveme con ella! - Sir Campbell se adelantó a los demás.

- No podemos ya somos muchos... Mary deja lo que haces y ve a ver ¿qué es lo que sucede con Candy? Por favor... - resolvió Stear, obstaculizando la entrada, aunque esos hombres muy fácilmente podrían derribarlo no podían entorpecer las órdenes de los Andley.

- Yo voy con usted, Mary - Sir Campbell difícilmente le iba a dar consentimiento de que se fuese sola.

- Pero... - Mary se detuvo y dudosa no sabía si obedecer o no.

- ¡Acompáñela! Sé que usted es el que menos se quedará quieto si no lo hace - Stear admite que su figura era imponente y le dio acceso.

- Bien, vamos - la gran mano de Sir Campbell apuró a Mary a caminar.

Mientras en el establo...

- Ahora todos, una, dos, tres, puje, señora Candice puje, ya salió la cabeza, falta lo más difícil, el cuerpo tardará un poco más... - refirió el Dr. Smith.

- Bien, entremos - resolvió Mary sintiendo que todo allá adentro era mucho estrés.

- Mary ¿qué haces aquí? - preguntó la Hermana María al verla entrar junto con otra persona.

- Vine a ver ¿cómo va todo? ¿Necesitan algo? - preguntó Mary dejando que la entrada fuera cerrada por Sir Campbell.

- Mary ¡qué bueno que apareces! Sí, necesitamos fuerza, ¿sabes qué hacer cuando la madre no tiene fuerzas? - cuestionó el Dr. Smith en espera de la siguiente contracción.

- Sí Dr. Smith, a ver hermana deme permiso, asistiré a la señora Candice - Mary pidió permiso y se colocó justo entre el inicio del voluminoso vientre y el de los senos de la parturienta.

- Por supuesto, no creen que seamos muchos... - refiere Elroy haciendo que Sir Campbell la viera sin poder creérselo, lo estaba corriendo.

- No señora Elroy, una vez que el feto salga vamos a necesitar todas las manos posibles, Mary necesito que te laves las manos y te desinfectes una vez que recibamos al feto, ¿entendiste? - le pidió y ordenó a Mary.

- Sí Dr. Smith, conozco el procedimiento - refirió ella, comenzando a sentir como se contraía el vientre.

- Bien, sacaremos uno de los brazos, ¿listos? - cuestionó el galeno. George... - le instó a que le hablara.

- Ánimo, señora Candy, falta muy poco ya - George seguía hablando con ella.

- ¡Aaaaaaggggg! - Candy emitió una especie de quejido haciendo que a George le lastimara en el alma, él sentía parte de su dolor y para él era como si no entendiera por qué su pequeña señora se encontraba ahí, así.

- Sé que duele, pero pasará pronto... - advirtió George acariciándole el sonrojado rostro de la rubia.

- Bien, todos listos, uno, dos, tres...puja Candice, puja... un poco más puja, puja, puja... - el Dr. Smith pudo sacar ambos brazos y con el último esfuerzo salió la placenta también.

- ¡Ñaaaaaaaaa! - el bebé dio su primer grito del frío que sintió al ser sacado del vientre materno y después de haber recibido el golpe que en las asentaderas le dieron, hizo que soltara.

- Es un niño... - informó a los presentes haciendo que la matrona soltara lágrimas de alegría y felicidad.

- ¡Santo Dios! ¡Es un niño, Hermana María! - se alegró Annie abrazándola con emoción.

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