Lionel Messi, el alfa más cotizado y mejor pagado de todos. Delantero de la selección de argentina en el mundial Qatar 2022.
Guillermo Ochoa, el mejor portero de México, Omega destinado del gran alfa.
Estar separados nunca fue una opción para Mess...
—Bien... brindemos por el éxito de esta tarde. —Levanto mi copa en dirección a mi acompañante, que me sonríe igual de feliz mientras brinda conmigo.
—Creo que eres una gran estratega, mi querida Dan...
—Y tú un gran actor, nunca creí que realmente pelearías con ellos.
—Ese idiota sí que tiene fuerza... Las costillas me van a doler al menos una semana, pero valió la pena, las personas que grabaron nos harán el favor. —Alan se queja con una mano sobre su costado derecho, pero la sonrisa que mantiene en sus labios es de triunfo.
—Bueno... creo que eso se puede solucionar, si quieres puedo curarte las heridas y ayudarte a olvidar un poco el dolor. —Le guiño un ojo, tomando el resto del vino en mi copa.
—Esa es una excelente idea. —Ambos chocamos copas para luego pedir otra botella.
...
—¿Me llevarías a un bar? Hay algo que tengo que hacer. —Salgo de la ducha secando mi cabello con una toalla mientras Alan se calza los pantalones del pijama. Ya me encuentro vestida, por lo que solo debo terminar de peinarme.
—¿A esta hora baby? Pasan de las tres y ya me puse el pijama.
—Necesito ver a alguien, es importante. —Él se acerca hasta mí, tomándome por la cintura para pegarme mucho a su cálido cuerpo.
El aroma a tierra húmeda me llena los pulmones, haciéndome respirar profundamente.
—¿Ah sí? ¿Irás a ver a otro alfa? —Sus labios rozan los míos a cada palabra, haciéndome temblar.
—Sí. —Respondo burlona. Su sonrisa me derrite por dentro.
—Interesante... ¿Para cuándo el trío?
—Es un poco más importante que eso, cariño. —Susurro, mirando sus labios con deseo. —Pero no voy a decirte nada más hasta que sepa que es algo realmente bueno.
—Mmm... qué misteriosa, me gusta. Bien, vamos. Llámame cuando acabes, pasaré por ti. —Ambos acortamos la distancia con un largo y apasionado beso que me arranca el aliento.
Una vez en el auto, el mensaje de mi nuevo "amigo" Daniel me avisa que ya se encuentra en ese lugar. Sonrío triunfante, todo parece acomodarse perfectamente para mí.
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Entro a mi habitación sin encender una sola luz, comenzando a guardar todas las cosas en mi maleta, el silencio del lugar me abruma y la oscuridad me cobija, pero el vacío en mi corazón hace que me pese cada movimiento, cada respiración y cada latido.
Estoy cansado de llorar, incluso creo que me he quedado sin lágrimas, porque aún si siento que el corazón se me cae a pedazos y el alma se me desgarra, no puedo derramar una sola gota más de mis ojos.
"Ni siquiera merezco llorar, yo tomé esta decisión y ahora debo enfrentarla como el adulto que soy."
Una vez que me aseguro de haber recogido todo en la habitación, salgo del lugar a paso lento, sin avisarle a mis amigos y deseando que no se den cuenta de nada hasta que sea demasiado tarde. Un rápido mensaje a Daniela para que me pase la cuenta del restaurante es lo único que hago antes de arrancar el auto y conducir hacia el aeropuerto en donde renté el vehículo para poder devolverlo.
