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Me levanto rápidamente mientras tomo la mochila del alfa, seguido de Lionel que corre obediente hacia afuera, dobla a la derecha y se pierde entre la multitud. Sonrío, deseando que pueda huir y nadie se percate de él. Un grito de alto a mis espaldas me hace reaccionar, por lo que comienzo a correr en dirección contraria a Lionel.

Volteo hacia atrás cada tanto para verificar la cercanía de los oficiales, con la maleta de Messi golpeándome la espalda. Mis piernas arden por el esfuerzo, el corazón me martilla en los oídos y el sudor me escurre por el rostro, cegándome por un momento.

Doblo en una esquina que reconozco, frente a mí está la avenida principal, el parque de donde veníamos Lionel y yo, más adelante el centro de entrenamiento y también un autobús de turistas.

"Perfecto..."

Corro lo más rápido que puedo, con la policía pisándome los talones. La gente se hace a un lado conforme paso a su lado, pero como esperaba, los turistas no se percatan de mi presencia hasta que corro entre ellos, agachándome para poder ocultarme. Bajo la velocidad hasta casi detenerme. Las personas a mi alrededor me miran con reprobación por estar estorbando en su camino, pero no me importa en lo más mínimo. Un último policía pasa a mi lado sin verme, por lo que suelto todo el aliento que había estado conteniendo.

"¡Lo logré!" Pienso, triunfante, sintiéndome alegre por un breve momento hasta que una mano se posa en mi hombro, asuatándome.

—¿Guillermo Ochoa? —"Mierda, me reconocieron." Salgo corriendo de nuevo, en dirección opuesta a la que los oficiales creen que iba.

"Ahora solo necesito encontrar a Lionel." Me escabullo por donde distingo que hay más personas, pero mi cabello llama mucho la atención, igual que mi aroma, potenciado por la adrenalina y el sudor.

Hurgo en la maleta que traigo conmigo, buscando algo para cubrirme, encontrando ropa de mi alfa. Esa también tiene sangre, lo que me preocupa y me hace preguntarme qué está pasando el día de hoy.

Saco una camisa más o menos limpia, huele a Lio, lo que me ayudará mucho. Me la pongo sin detenerme, entrando por fin a las calles pequeñas que me llevarán hasta donde le dije a Lionel que lo vería.

Ya más tranquilo, camino lentamente entre las personas, el aroma de Lionel sobre mí me hace sonreír ligeramente. El teléfono en mi bolsillo vibra y el tono de llamada me hacen pegar un brinco; con el nombre del alfa brillando en la pantalla. Contesto con algo de miedo.

—¿Estás bien? —No puedo pensar en nada que no sea su seguridad.

—"Iba a preguntar lo mismo. Lo estoy, sigo en el callejón, ya no hay patrullas ni policía, creo que se han ido." —Sus susurros suenan tranquilos, lo que, en automático, me transmite la misma tranquilidad y me hace sonreir.

—Bien, no tardo en llegar.

—"Voy a alcanzarte ¿En dónde estás?"

—Uhm... ¿Recuerdas la florería que pasamos antes de entrar al restaurante?

—"Ya sé en dónde, bien, no tardo, quédate ahí." —Me cuelga el teléfono sin darme tiempo a responderle. Opto por entrar al local, ya que es menos peligroso que quedarse en la calle.

El aroma a muchas flores diferentes me llenan las fosas nasales, los jazmines, rosas y claveles predominan por sobre los demás. Me encantan las flores, sus distintos colores, formas, aromas y tipos me hacen admirarlas infinitamente. En la parte más profunda del local hay un arreglo con girasoles, luce gigantesco e imponente, pero hermoso, muy parecido al que Lio me regaló hace un tiempo que ahora parece tan lejano e imposible.

—¿Te gusta? —Una suave y profunda voz a mis espaldas me hace respingar y pegar un brinquito.

—Lionel... no hagas eso.

❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora