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Mi corazón late acelerado entre mis costillas, la sangre me llega de golpe a la cabeza y la alegría me hace sonreír inconscientemente.

Es él! ¡Vino con nosotros!" Hacía años que mi lobo no sonaba tan emocionado, pero no lo culpo, yo también me siento como niño en juguetería.

Mis manos sudan y mis piernas se mueven hacia adelante casi como si tuvieran vida propia. Deseo correr a abrazarlo, hundir mi cara en su cuello y decirle cuánto lo extrañé, cuestionar qué hace aquí solo para escucharlo decir que ha venido a verme. Deseo poder tomar su hermoso rostro entre mis manos y llenarlo de besos hasta llegar a sus labios y apoderarme de ellos.

—Señor Ochoa, un gusto tenerlo por aquí. —La voz de mi entrenador me regresa a la realidad, provocando que mis revolucionados pensamientos y deseos se detengan abruptamente.

Guillermo me mira a los ojos, pero no tengo idea de qué es lo que pasa por su mente.

"¿Está enojado? Luce triste, como si hubiera llorado. ¿Por qué no puedo oler a su omega? ¿Él está bien? Voy a arrancarle la cabeza a quien se haya atrevido a hacerle daño." Intento calmar a mi lobo, pero en algo debo darle la razón y es que no puedo olfatear más que un rastro de la esencia de Guillermo, no hay nada que me ayude a saber si está herido o su estado de ánimo, lo que me hace ponerme mucho más ansioso que antes.

—Pido una disculpa por aparecer así de repente entrenador. —Su voz suena calmada y apenada, pero para mí es como una hermosa melodía que no sabía que necesitaba escuchar.

—No pasa nada hombre, debiste avisarme que venías, pudimos haber hablado desde antes. —Scaloni avanza para estrecharle la mano y yo debo reprimir un gruñido al querer que se aleje de él. —De acuerdo... Messi, tienes cinco minutos, ustedes —dice mientras mira a mis amigos y a Julián. —Vámonos, después hablamos de esto.

Todos salen lentamente del lugar, incluido Nate, que le dirige una última mirada a Lisandro sin disimularlo demasiado. Julián es quien más tarda en salir, pero una mirada fugaz de mi parte es suficiente para que sepa que estoy más que dispuesto a darle otro golpe.

Una vez solo debo obligarme a respirar con normalidad, los nervios no han desaparecido de mi sistema, incluso puedo jurar que aumentaron.

Restriego mis palmas sudorosas contra mis shorts y juego con mis dedos al no saber qué hacer con las manos.

—Hola Lio... —Su voz resuena en el interior de mi mente, tan melodiosa y hermosa como siempre mientras yo me tomo unos segundos para deleitarme con la felicidad que me provoca volver a escuchar mi nombre en sus labios.

—Hola Guillermo —aclaro mi garganta al darme cuenta que mi voz es apenas un susurro tembloroso y rasposo.

"¿Qué mierda haces? ¿Por qué no lo abrazas? ¡Solo ve y bésalo!"

"No puedo hacer eso, no es como si estuviéramos de lo mejor con él." Regaño a mi lobo mientras hago a mis piernas obedecerme para acercarme hasta el omega de manera lenta, casi como si temiera asustarlo con un mal movimiento.

El silencio entre nosotros se prolonga mucho más de lo que desearía, incluso si me conformo con poder contemplarlo, deseo saber a qué ha venido y así poder emocionarme con provecho.

—Luces diferente. —Opto por iniciar la conversación de manera más casual.

—Oh eso... sí, necesitaba pasar desapercibido y Javier me ha hecho el favor.

—No es que no te veas bien, pero tu cabello al natural me gusta mucho más. —Un ligero sonrojo cubre sus mejillas y mi lobo se remueve gustoso, agitando la cola con alegría.

❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora