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Me despierto con la luz del sol golpeando directo sobre mis ojos y el aroma a comida casera y familiar inundando mis fosas nasales.

—Wow, jamás creí que podría extrañar tanto el aroma a huevos revueltos y café de grano con canela —murmuro mientras me estiro y trato de tomar fuerza para levantarme de la cama.

"Hay demasiada luz en la habitación, pero si me volteo dándo la espalda a la ventana... no, no, ya levántate, debes bajar a ayudar con el desayuno." Mi debate mental me mantiene acurrucado en la almohada, tan agusto y calentito que me es imposible no cerrar los ojos lentamente.

Un ladrido agudo y consistente me hace abrir los ojos de golpe y con sorpresa, mi corazón martilla mi pecho y el susto hace que me levante de un brinco.

"¡Moon!" Me levanto de un salto, tirando mi celular al piso, de donde lo recojo y aviento sobre el colchón, mi corazón se hace pequeño al ver cómo rebota unas cuantas veces, quedando al borde de volver a estrellarse contra el suelo.

—Ahora eres padre Guillermo, no debes ser perezoso —mascullo mientras me cambio de ropa lo más rápido que puedo —. Te comprometiste adoptando una cachorrita, debes ser responsable.

Me ato las agujetas con prisa y salgo de la habitación bajando las escaleras rápidamente.

—¡Buenos días! —Saludo mientras atravieso el comedor casi corriendo para ir al jardín trasero, pero la voz de la señora Hernández me detiene en seco.

—Francisco Guillermo, ven acá en este instante.

Incluso mi lobo pone la cola entre las patas al escuchar el tono de voz de la alfa, haciendo que devuelva los pasos extra que di hasta volver a estar frente a ella.

—B-buenos días.

—¿Buenos? ¿Qué tienen de buenos si mi hermoso lirio fue masacrado anoche?

Abro los ojos con sorpresa y miro hacia el jardín, en donde me recibe una mirada inocente y angelical de hermosos y enormes ojos azules, rodeados de lodo.

—No puede ser... —murmuro mirando hacia el piso.

—Oh sí que puede. Más te vale regañarla o lo haré yo.

—Sí señora.

Camino lentamente hacia el jardín, siendo recibido por la cachorra que brinca en mi dirección, con el yeso cubierto de lodo, el hocico sucio y una mirada llena de amor y picardía propias de un perro travieso.

—Moon, se puede saber ¿Qué carajo hiciste aquí?

Y como era de esperarse, la pequeña comienza a corretear por todos lados, agazapadose para invitarme a jugar con ella.

La siguiente hora la paso recogiendo la tierra y los pedazos de planta regados por todo el jardín, encontrando las raíces y el bulbo en un relativo buen estado, por lo que los vuelvo a plantar en su lugar, deseando que la cachorra no enferme por haber masticado una planta tan tóxica para ella.

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❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora