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-Entrenador yo...

-¿Qué? Tú qué Guillermo. Ya no tienes excusa, esto confirma todo lo que supuse alguna vez. Fue un completo error haberte aceptado con nosotros. Y pensar que tu amiguito Hirving te tomaba de ejemplo... pobre muchacho. Me temo que tendré que reorganizar el equipo. No quiero más omegas aquí.

-Él no tiene nada qué ver.

-¿Ah no? ¿Y quién me asegura que en cuanto un alfa se le presente en frente no va a dejar todo por ir a abrirle las piernas?

-Le pido hable con más respeto...

-¡¿MÁS RESPETO?! Eres el menos indicado para pedir respeto Ochoa.

-Yo no hice nada malo.

-¡¿Entonces cómo mierda explicas esto?! MAS TE VALE QUE NO TE MUEVAS DE TU LUGAR. -Estaba por salir de la habitación, importándome poco que me pudieran expulsar del equipo. No estaba dispuesto a tolerar ese trato, pero la voz de mando me dejó congelado en la misma posición, sin poder siquiera dar un paso.

-Sabes... hace un tiempo, hablando con otras personas, alguien mencionó que los omegas hombres eran mucho más rebeldes y respondones que las lindas omegas que solemos frecuentar, pero aseguraron una cosa... -Mi entrenador se levantó de su lugar de manera lenta, cerrando la laptop sin mirarme. Su aroma me indica que debo correr de ahí, pero mis piernas no responden.

-Ellos dijeron que todos tienen algo en común. Una vez son marcados por un gran alfa, obedecen todas las órdenes, se vuelven dóciles y bien portados...

Martino se acerca a mí, puedo sentir su respiración muy cerca de mí cuello, sus dedos acariciar mi mentón y ese asqueroso aroma a pimienta hacerse cada vez más fuerte. Mis manos tiemblan. Deseo soltarle un buen golpe en la cara, pero el miedo me tiene paralizado, además de la orden dada.

En este momento odio ser un omega, mi biología me obliga a obedecer aquella voz, aún si eso nos pone en riesgo.

Yo sabía que, de ser marcado por la fuerza, mi lobo caería enfermo y podría matarnos a ambos, pero no podía siquiera moverme.

-Entrenador, esto no es correcto, le pido se retire y me deje tranquilo.

-¿Lo ves? Eres un respondón. Creo que podría darte otra oportunidad... ¿Acaso no lo deseas?

-No de esta manera.

-Oh pero no hay otra, mi querido Ochoa. Puedo sentir tu dulce aroma... llamándome. No temas. No te dolerá... mucho.

Siento sus labios rozar la piel de mi cuello, al igual que su nariz. Mi lobo aúlla pidiendo auxilio, pero sé que nadie vendrá, apenas ayer siquiera acepté que aquél alfa me gustaba, es imposible que él venga a ayudarme.

Siento las uñas clavarse en mis palmas, pero no hay nada más que pueda hacer. Lágrimas de desesperación caen por mis mejillas y yo solo deseo poder morir en ese instante, antes siquiera de poder sentir la mordida.

Su asquerosa lengua se pasea sobre mi clavícula, siento sus dientes rozar mi piel, preparándola para la marca. Mi playera es estirada hacia un lado, exponiendo aún más mi cuello.

-Inclina la cabeza y no te muevas. -Me ordena Martino y yo no puedo hacer más que llorar y obedecer.

"Alfa... perdóname." Escucho decir a mi omega y mi llanto aumenta de intensidad.

"Mi querido lobo... perdóname por no saber protegernos." Le digo a mi omega, que se hace pequeño en mi interior, resignado a ser marcado por alguien más.

Espero la mordida con los ojos apretados, deseando que suceda lo más pronto posible, pero un fuerte tirón me aparta del lugar en el que parecía me habían clavado los pies.

❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora