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-¡Guillermo! ¿Qué haces aquí af...? Oh por la madre luna.

El doctor se había acercado al auto al verme encogido en mi asiento, pero incluso antes de abrir la puerta percibe mi aroma, echándose hacia atrás con rapidez por lo fuerte de mis feromonas. Monie gruñe a mi lado, pero un par de palabras suaves y caricias la calman.

-¿Estás bien? ¿Condujiste hasta acá en ese estado o empezó cuando venías de camino? -Su tono alarmado y al mismo tiempo profesional me hacen despejar la mente.

-Estoy bien, no es nada, solo debo distraerme.

-No es algo que puedas evitar, tu celo está llegando y por lo visto, es demasiado fuerte. Iré adentro por una bata y te la traeré para que la uses sobre la ropa, no te preocupes. No tardo.

Esa información me pega como una bomba. "¿Mi celo? Pero... no hace mucho que tuve el anterior. ¿Cómo? A la mierda, eso da igual, necesito tomar algo antes de que más alfas me sigan como un perro detrás de un trozo de carne."

-Moon, debes quedarte aquí, ¿bien? No hagas travesuras yo -Otra punzada y oleada de calor me golpea de nuevo, aunque es menos fuerte que la anterior -, mierda... volveré pronto.

Abro la puerta y bajo rápidamente al ver que el doctor viene con la bata en mano, lo que no vi, fue al par de hombres que cruzaban la calle, por lo que cuando lo noto, ya es tarde y mi aroma los tiene un poco desesperados por acercarse.

Palidezco y mi lobo gruñe, crispando el pelo del lomo, tratando de ahuyentarlos, pero el calor, las hormonas y la sensación incómoda en mi trasero nos tienen vulnerables. El doctor llega casi corriendo, lanzándome la bata, la cual pesco al vuelo y me la pongo rápidamente.

Él muestra los colmillos y los hombres, que para mi pésima y esperada mala suerte son alfas, le responden de igual forma, acercándose de todas formas. Mis manos tiemblan, el doctor me cubre con su cuerpo y yo no sé ni qué hacer. Si corro podría tropezar por mis piernas temblorosas y si los enfrento, podría pasar algo muy malo.

-Vamos doctorcito, comparte a esa delicia -dice uno de los recién llegados, pasando la lengua por sus dientes, cosa que me hace sentir arcadas.

-Sí, hay que ser compartidos, no huele a enlace, así que es libre -lo secunda el otro.

Ambos sonríen ampliamente y eso hace que me hierva la sangre de una forma distinta a la que me provoca el celo.

-¿Por qué no mejor se largan a pajearse entre ustedes y me dejan en paz? Llamaré a la policía si no se largan de una puta vez -mascullo con los dientes apretados de pura rabia.

-Tienes agallas, omega -dice el primero que habló, sonriendo más.

-Eso siempre lo pone interesante -vuelve a hablar el otro. Ya los tengo casi sobre mí, pero el doctor actúa rápido, soltando un primer puñetazo al que decidió lanzarse para tomarme de la muñeca y jalarme lejos del auto.

Aprovecho el impulso y tackleo al otro, que no lo esperaba en absoluto, lo que nos manda al suelo. Quedo sobre él y aprovecho sus manos largas y escurridizas que me toman del trasero para golpearlo justo en el rostro.

La sangre salpica el suelo en cuanto su nariz, espero que rota, comienza a sangrar. Detrás de mí el doctor patea al otro alfa en la cara, también hay sangre en su cara y en la bata antes blanca, pero no tengo tiempo de ver más, porque el alfa debajo de mí me golpea de vuelta la mandíbula. Gruño en respuesta y es en ese momento que la portezuela de mi auto se abre estrepitosamente, golpeando al hombre en el suelo con el filo de abajo.

Abro mis ojos con sorpresa al ver a mi cachorra con los colmillos al aire y escuchar sus guturales gruñidos, pero ella no se detiene, corriendo sin mayor problema hasta el hombre que ya se había levantado, dispuesto a golpearme de nuevo, y le muerde el brazo que tenía en el aire, sujetándose a él con fuerza.

❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora