Capítulo 17

2K 351 25
                                    


Jimin comenzó a sentirse extraño de repente. No supo por qué su pecho se apretó ni por qué estaba comenzando a sentir esa incomodidad invadirle una vez que Seokjin se fue de la casa. Lo único que llegó a deducir es que nada bueno saldría de ese malestar interno.

Dejó de comer y caminó hasta llegar a la habitación de Jungkook, abriendo la puerta para asegurarse de que todo estuviera bien. Así era, su hijo se encontraba pintando sobre un lienzo blanco cuyo diseño ahora se había transformado en un paisaje hermoso con tonalidades parecidas a las del universo. Pudo observar su camisa ahora más sucia que antes al igual que sus manos y brazos, una prueba del cariño y concentración que dedicaba como el gran artista que era.

Jungkook sintió el aroma a fresas de su padre y miró afuera de la puerta, encontrando al omega recargado sobre la puerta con los brazos cruzados y una leve sonrisa mientras lo veía fijamente, el gesto automáticamente despertó su curiosidad.

Hizo el amago de quitarse los audífonos que cubrían sus orejas para inundarlo de esa suave melodía de piano que tanto le gustaba, y muy pronto cayó en cuenta de que tenía las manos sucias por lo que miró a su padre pidiéndole ayuda mudamente, mas este solo negó haciéndole un gesto con la mano para que continuara.

Una vez que cerró la puerta tras él se dispuso a respirar sintiéndose más tranquilo al percatarse de que su hijo estaba más que bien, entonces ¿Qué lo tenía tan nervioso?

Al llegar nuevamente a la cocina se dispuso a tomar su celular con tal de distraer su mente. Tenía varios mensajes de Taehyung que no terminó de leer, pues una llamada iluminó la pantalla con una tonalidad verde y aquello le hizo fruncir el ceño, ya que reconoció el número de Yoongi que aún no había agendado en sus contactos.

Su corazón se aceleró y presintió que lo que se acercaba no le gustaría, aun así deslizó su dedo para responder la llamada.

—¿Yoongi?

¿Dónde estás ahora mismo?—carajo, Jimin juró sentir que incluso su lobo se asustó debido al tono empleado para hacer la pregunta.

—¿Pasa algo? ¿Estás bi...?

Te estoy preguntando ¿Dónde mierda estás?—interrogó con más brusquedad.

—A-Ah, estoy en casa ahora mismo ¿Por qué tanta urgen...?—y nuevamente se vio interrumpido, esta vez porque el pelinegro cortó la llamada, dejándolo más anonadado de lo que estaba.

Ni siquiera pudo volver a masticar los vegetales con pollo que había preparado, de hecho, la inquietud pareció ir en aumento al punto que sintió náuseas y tuvo que recargar su espalda baja en el borde de la mesa ¿Sería que la proximidad de su celo estaba provocando todo eso? Lo dudaba mucho, pero no dejaba de ser una posibilidad.

Cinco minutos después, escuchó un auto ser frenado y otros segundos después, la puerta siendo tocada con insistencia. Jimin se vio obligado a ir sin siquiera revisar por la ventana de quien se trataba, pues tan pronto como el aroma a menta inundó sus fosas nasales lo supo, y también supo que algo no andaba bien por el aroma amargo que percibió del alfa.

No tuvo tiempo de terminar de quitar el seguro de la puerta cuando el pelinegro ya se había adentrado empujándolo con una brusquedad inconsciente.

—¡¿Pero que rayos sucede contigo?!—espetó Jimin con enojo, mirándolo directamente a los ojos antes de empujarlo de regreso.

El alfa ni siquiera se inmutó ante el golpe sobre sus hombros, en vez de eso, Jimin notó que el contrario parecía querer controlar su respiración que se mostraba agitada, y se dio cuenta de que no era debido a alguna actividad física, no, Yoongi estaba furioso y lo miraba como si fuese la peor peste sobre la tierra y eso más que dolerle también le hizo sentir en pánico.

The alphabet killer | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora