Capítulo 29

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—Le hicieron una evaluación médica la noche pasada—comentó Seokjin, entregándole la carpeta a Jungwon, sin mirarlo—. Estaré del otro lado.

Yoongi asintió cortamente, moviéndose a un lado para que el teniente pasara, y luego le dedicó una corta mirada al alfa menor de su compañero, no sabiendo porque su rostro lucía tan afectado estando frente a la puerta de la habitación.

Mientras que para Jungwon no tuvo sentido la sensación pesada que percibió en el pecho. Había hecho y provocado demasiadas cosas por el alfa que lo esperaba dentro de las cuatro paredes que lo rodeaban, y se responsabilizó de su falta de control. Era una combinación de sentimientos destructivos y temerosos que lo hicieron desestabilizarse internamente.

—¿Yang?—llamó el pelinegro, animándolo a que entrara.

—¿S-sí?—tartamudeó, sobresaltándose ante el llamado—Ah, sí, lo lamento.

El menor buscó que su tono de voz se escuchara seguro, a pesar de que no se sentía de esa manera en lo más mínimo. Cerró los ojos rápidamente antes de girar la perilla de la puerta, entrando a la habitación que lo acogió ante el tono oscuro de las paredes y el enorme espejo donde vio su reflejo y el de Yoongi, siendo ahí donde el resto de miembros del equipo los estarían observando.

Se quedó de pie tan pronto como Yoongi cerró la puerta tras su espalda y entonces Jay levantó la cabeza a su dirección. A Jungwon casi le tiemblan las piernas cuando el alfa lo miró directamente a los ojos con una expresión seria y oscura que pareció indagar dentro de su alma de una manera escalofriante, y sus ojos cargados de odio no se apartaron de su rostro, ni siquiera cuando se sentó frente a él, con la mesa cuadrada y metálica de por medio.

Tras él permaneció Yoongi. En esa ocasión él sería el encargado de interrogar a Jay, justo como acordó con Seokjin después de haber utilizado a Niki para que le diera la información del teniente a Jay. El plan resultó ser más fácil de lo que esperó, así que el pelinegro solo estaba ahí por mera precaución.

No supo cómo iniciar. A pesar del miedo que experimentaba, su lento corazón parecía sufrir, pues sus sentimientos por el alfa no habían cambiado, y era estúpido, porque no era posible que poseyera dependencia emocional por la misma persona que tanto daño y traumas le provocó.

—Ha pasado mucho tiempo—fue lo primero que le dijo, buscando que su voz sonara estable, aunque lo más probable es que su rostro se viera intranquilo.

—Sí, muchos meses llenos de alegría sin saber de tu presencia y luego apareces para terminar de hacerme la vida más miserable—ironizó Jay, con sus manos esposadas reposando sobre la mesa—. Parece que te fue bastante bien, tuviste las agallas para hablar finalmente.

—En realidad sí, supongo que debido a tu ayuda pude avanzar bastante—respondió, aunque su corazón pesó ante las palabras del alfa.

Jay sonrió sin gracia. A pesar de estar fastidiado le resultó gracioso el intento del menor por mostrar valentía.

—Deberías darme las gracias entonces, parece ser que te entrené muy bien ¿No? ¿Cómo te dieron la oportunidad para avanzar de esa manera?

—Tú no eres quien hace las preguntas—habló Yoongi de inmediato, fastidiado—. Podemos quedarnos todo el día, pero evadir este proceso solo será peor.

—¿De verdad? Me importa una mierda—estableció, chasqueando la lengua con disgusto, mirando al pelinegro a los ojos—. Me la debes—agregó en voz baja, señalando su pierna, ahora cubierta por una venda—. Si salgo de esta te aseguro que tendrás suerte si llegas a caminar de nuevo.

The alphabet killer | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora