Capítulo 34

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Al ver la escena del crimen con sus propios ojos fue inevitable no sentirse descontrolado ante la ira que se expandió por cada vena de su cuerpo. Yoongi miró fijamente los cuerpos inertes del autobús y se quedó en el borde, no queriendo contaminar la zona con las huellas de sus zapatos cubiertos de tierra húmeda. El lugar era un desastre, si no fuese porque ya estaba acostumbrado, la sangre le hubiese provocado ganas de vomitar.

No supo cuánto tiempo estuvo sujetándose del borde, no sabiendo cómo reaccionar ante las incógnitas que se dispararon por su cabeza. Probablemente no era el único que se sentía de esa manera, tan pronto como llegaran las autoridades que ya debían estar de camino y en cuanto la noticia se volviera nacional, el pánico inundaría nuevamente las calles, especialmente las de Seúl.

Yoongi ¿Estás bien?—le preguntó Jimin por medio del auricular, su voz escuchándose firme pero nerviosa al mismo tiempo.

—Lo estoy ¿Dónde estás?—preguntó, no queriendo dejar al omega solo durante mucho tiempo.

—No estoy muy lejos de la calle, hay una zona con árboles cortados a la mitad, sigue el camino de tierra—le ordenó—. No he encontrando rastro de ninguno de los dos.

—Cálmate, ya voy para allá y los buscaremos juntos ¿De acuerdo?

No recibió una respuesta verbal, pero por medio de la marca supo que Jimin calmó un poco su nerviosismo. Seguía sintiéndose extraño por percibir todos y cada uno de los sentimientos fuertes de su pareja, el tenerlo feliz y de un pronto a otro sentir un pequeño fragmento de la ansiedad del omega le hacía preocuparse en demasía, pues su lobo solo deseaba el bien de ambos, pero en medio del inesperado desastre, era un total sacrificio calmarse a sí mismo con tal de que Jimin no sintiera su propio miedo.

Después de tomar unas cuantas fotos con su celular como sus propias pruebas de la forma en la que encontró la escena, muy pronto se tiró de un salto del enorme vehículo, sintiendo un leve dolor en sus rodillas debido al impacto, del cual se recompuso con rapidez.

Le dedicó una corta mirada a su auto, que ahora se encontraba al lado del de Seokjin, y señaló una ruta a la distancia que era justamente la zona por la que el omega se separó de su camino para investigar no muy lejos de ahí, el paradero de Seokjin. Tuvo que rogarle al cielo que sus compañeros estuvieran bien, pues desde la llamada de alerta del teniente, no recibieron ninguna instrucción adicional y eso comenzaba a alarmarlo.

Llegó hasta la zona que le indicó Jimin, un lugar cubierto de arbustos y árboles en su mayoría cortados por la mitad y de las cuales empezaban a surgir nuevas ramas delgadas. No sintió la presencia de su predestinado y cuando estuvo a punto de presionar el auricular con tal de hablarle, su lobo interno se alertó tan pronto como escuchó el crujido tras su espalda.

Un gruñido quedó atrapado en su garganta, se volteó tan rápido que la persona se sorprendió debido a eso, girando su cuerpo antes de salir corriendo. Yoongi lo siguió de inmediato, no desperdiciando un solo segundo para ir tras el sujeto que se mostraba torpe y asustadizo en lo que trataba de perder al pelinegro tras él.

Para Yoongi no fue difícil alcanzarlo, en cuestión de segundos estuvo prácticamente rozándole los talones con sus propios pies. El hombre no parecía estar bien, lo supo por la torpe manera en la que se movía buscando esquivar las ramas y hojas a su alrededor, hasta Yoongi lo sujetó de la camisa al mismo tiempo de sus pies chocaron entre sí, terminando por caer con un golpe seco sobre el suelo que lo dejó mirando borroso.

—Maldición...

El pelinegro respiró tomando aire con rapidez antes de jalar la camisa del hombre, levantándolo del torso y luego tirándolo al suelo con fuerza, de tal manera que el rostro quedara expuesto. Yoongi observó serio al joven con la cara sucia y empapada en lo que parecía ser una mezcla de lluvia y sudor, lo reconoció al instante.

The alphabet killer | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora