Capítulo 23

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—Es inútil intentar que hable—fue lo que dijo Taehyung, tan pronto como visualizó al peli-morado llegando al pasillo.

Seokjin le dedicó una corta mirada antes de prestar atención a la etiqueta al lado de la puerta de la habitación, leyó el nombre de Jung Hoyeon y agradeció el hecho de que muy pocas personas tuvieran acceso a esa zona en particular. La omega estaba siendo tratada con todo el cuidado que necesitaba, incluida la seguridad dentro del hospital. No quería imaginarse como estarían los reporteros si vieran su nombre en una etiqueta como esa en cualquier lado corriente del hospital.

—¿Qué conseguiste de ella?—preguntó el beta, tomando la libreta que Taehyung le entregó tan pronto como estuvo a su lado.

—Tardó media hora tratando de convencerme de que no recordaba parte de los hechos cuando es evidente que si lo hace—informó—. Solo me dijo como fue que el asesino buscó torturarla y no dio detalles completos, así que no obtuve mucho.

—Es una experiencia traumática, no es sencillo pedirle que recuerde todo.

—Pero lo hace, y el ocultarlo no va a ayudar en nada para que atrapemos al responsable de ese caos y posible trauma.

—Tal vez lo sientas así porque no eres tú quien vio a la muerte de frente, ni él que llevara consigo marcas que le recuerde a esa tragedia de por vida.

—Hyung, no trates de manipular mis pensamientos, ya estoy lo bastante molesto—se quejó con las manos cubriéndose el rostro.

Seokjin le dio una palmada en el hombro.

—Ve al baño y compra algo rico para comer si así lo deseas. Necesito que te calmes un poco porque te tocará cubrir el turno hasta que Jungwon termine su reporte. Yo entraré por un rato—avisó sin más.

Dando un simple asentimiento como respuesta, Taehyung desapareció del pasillo. Seokjin observó la manera en la que se tomó el cuello para masajearlo. Volvió a dirigir su atención a la etiqueta con el nombre de la omega una vez más y entró a la habitación, siendo inundado por ese familiar aroma a látex y alcohol. No le molestaba, estaba acostumbrado al olor, pero detestaba lo que involucraba olfatear aquello: Muerte.

Tan pronto como cerró la puerta tras él, Hoyeon le devolvió la mirada, seria y calculadora de cada paso lento que dio Seokjin hasta que estuvo a una distancia considerable de la camilla. El teniente escuchó los latidos de la omega acelerarse por medio de la maquina a la que estaba conectada, sus ojos rojos por la irritación, las vendas que cubrían alrededor de su cabeza, cuello y brazos con moretones morados y verdes.

Tuvo que obligarse a mantener su profesionalismo al momento de hablar, porque ver a la víctima de esa manera lo hizo sentirse inútil y culpable.

—Soy Kim Seokjin, teniente del departamento de delitos violentos de Seúl—se presentó mostrándole la placa policial que guardaba dentro de su suéter felpudo.

A pesar de identificarse, la joven no relajó su postura rígida, todo lo contrario, parecía como si los músculos de sus manos estuviesen tan tensos que tan pronto como se calmara, terminaría doliéndole estirarlos. No esperaba que Hoyeon lo recibiera con alivio o alegría, y mucho menos que entrara en confianza tan pronto, sin embargo su reacción lo descolocó.

La joven había sido una víctima más de una persona cuyo corazón estaba sediento de sangre. No podía imaginar las cosas horrorosas que tuvo que pensar al ver su vida pasar frente a los ojos del asesino; el dolor, las posibles súplicas, su familia, la vida que dejaba atrás. Y además de eso, ahora ella era la razón por la que los canales de noticias y redes sociales tenían atención. Mientras que todos simplemente querían meterse en su vida por pura curiosidad, ella debía estar luchando con sus propios miedos.

The alphabet killer | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora