Capítulo 38

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Tiempo antes...

Primera víctima: Cho Aera

Al quitar las lágrimas amargas que se deslizaban de su rostro hasta el cuello, fue cuando se percató del calor que emanaba de su piel. No tenía un reflejo para verse, pero podía asegurar que sus mejillas estaban rojizas como si estuviese a punto de enfermar, y la realidad no se alejaba a la verdadera situación, pues sí, se sentía enfermo teniendo a Cho Aera frente a él, la persona que dio inicio a la apuesta de Park Jay.

La beta le sonrió sin mostrar los dientes, mirándolo de arriba a abajo con una evidente expresión burlista que no hizo más que enojarlo. Esa superioridad y desprecio le resultó familiar.

—¿Qué fue lo que dijiste?—le preguntó Aera, llevándose la mano a la cabeza para peinar varios mechones desordenados—. No entiendo cuál es el punto de lo que sea que me estás pidiendo ¿Qué buscas decirme?

—He dicho que te alejes de él—ordenó de inmediato, su voz sonando fuerte pero insegura al mismo tiempo.

Aera sonrió con suficiencia para luego hacer una mueca entristecida, le resultaba divertido el berrinche del contrario. Se acercó y tomó el rostro de Jungwon entre sus manos, moviéndolo de un lado a otro como si fuese un niño pequeño, acto que no ayudó al alfa con sus deseos internos que aumentaban a cada segundo que pasaba. Jungwon terminó por soltar un manotazo a ambos brazos, no midiéndose.

—¡Oye! Eres un exagerado, tampoco es para tanto—se quejó, masajeando la zona lastimada—¿Por qué haces tanto drama? Superarás el hecho de que te hayan puesto los cuernos, es decir, es una lástima, creo que sé porque puede llegar a ser difícil, pero todo estará bien.

—¿Qué?—inquirió sin comprender.

—¿No es por eso? Jay es fantástico, puedo apostar a que tiene una fila muy larga tras él. Me sorprende que esté con un sujeto como tú, ni siquiera eres un omega, eres un alfa de baja categoría, hasta debe resultarle una vergüenza estar contigo.

A cada palabra, Jungwon sentía su corazón terminar de hacerse trizas. No sabía cómo defenderse, se encontraba tan molesto que lo único que deseaba era acabar con esa pesadilla porque se negaba a creer que Jay estuviera haciendo eso. Pasó poco tiempo después de la última golpiza que le había dado, y desde entonces él no hizo nada que lo molestara, ni siquiera hablaba con las personas de la comisaría, así que debía existir una buena explicación para ello.

O al menos eso es de lo que quiso convencerse, pero cuando enfrentó a la beta supo que era verdad, el psicópata de su pareja fue capaz de venderlo por unos cuantos billetes.

—Diosa—suspiró con cansancio—. Eres un perdedor ¿De verdad lloras porque tu amiguito te engañó sin siquiera pensarlo? Valórate un poco amigo, es tan bueno que probablemente no sea la última vez que lo llame para que me haga sentir bien, ve acostumbrándote a la idea—y dicho esto, se dio la vuelta.

Jungwon apretó sus manos en puños, negando con la cabeza ante el dolor, no solo suyo sino de su lobo ante las palabras de la beta. Tuvo que cerrar los ojos por varios segundos porque la amargura que se expandió por todo su ser al imaginar a Jay, siendo dueño y protagonista de las fantasías de otra persona, mientras él llevaba cerca de un mes tratando de sanar sus heridas y siendo ignorado por el mismo lo volvió loco.

No permitiría que se burlara de él de esa manera.

—No—dijo de pronto, caminando rápidamente hasta tomar el brazo de la beta con su mano, sin medir la fuerza de su agarre.

The alphabet killer | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora