Valentina
—Hola —saludo mi padre entrando a la oficina —terminaste con todo antes de irte? —cuestionó.
—Si, ya le entregué todas las hojas a Miranda —respondí y asintió.
—Excelente —miro alrededor de la oficina— Mauro y Amélia dónde están? —cuestionó mirando sus escritorios.
—Papá no me pediste que supervise a los empleados —respondi y asintió.
—Valentina te cuesta mucho ser amable? —cuestionó y asentí.
—Depende —contesté juntando mis cosas antes de salir— de la persona —finalicé, lo miré y negó con la cabeza.
Salió de la oficina sin decir una palabra más y sonreí, mi padre era probablemente la persona más homofóbica que haya pisado el planeta, intentaba solucionarlo siempre, pero yo me salía con las mías de alguna u otra forma.
Es por eso que era super insoportable con él y se lo merecía, sigue creyendo que es una fase y en cualquier momento se me va a pasar.
Su peor error ha sido mudarme de turno para no cruzarme con Gabriella, porque ahora tenía una nueva obsesión, Luiza Campos.
Y no estaba demás que sea una obsesión, era un bombón, probablemente no se enamoré de mi pero la esperanza es lo último que se pierde, escuché eso a lo largo de mi vida.
—Flashback—
—Voy a salir un rato —le hablé a Aline, era por si mi padre venía a buscarme y no me encontraba en la oficina.
—Está bien señorita Valentina —contestó y asentí antes de salir.
Siempre salía a dar una vuelta por el mismo parque después del almuerzo, me sentía bastante satisfecha y necesitaba digerir esa comida de alguna forma.
Crucé la calle e iba a seguir mi camino pero creí ver a alguien bastante parecida a Luiza, no quería estar alucinando de ninguna manera, así que me fui acercando despacio por detrás.
Al estar lo bastante cerca no podía negar el precioso rostro de perfil que estaba viendo, casualidad o destino? No lo sé, sonreí y me acerque despacio por detrás.
—Buh —dije colocando mis manos sobre sus ojos y se sobresalto, tocó mis manos.
—Valentina —hablo y me sorprendí , saque mis manos y se giro a verme, sonreí porque se veía muy seria, negó con la cabeza.
—¿Cómo lo supiste? —cuestioné, tomó mi mano y la extendió.
—Tus anillos, no sales sin ellos —contestó, sonreí de nuevo y me senté a su lado.
—Te molesta si te acompaño? —cuestioné y negó.
Si la acompañará todos los días sería mucho mejor.
—Fin flashback—
Cada día era un punto a su favor y aunque a veces por culpa mía se alejaba, yo estaba completamente segura a enamorarla.
Miré la hora y faltaban unas tres horas para mi clase, caminé por la ciudad y entre a un mall, estaba más tranquilo de lo habitual y no había tanto movimiento, faltaba poco para la temporada alta y ahí si que habría gente.
—Dios me odia para dejar que cruce contigo —susurró alguien y me giré era Gabriella.
—A mi no tanto —bromee para hacerla sentir incómoda— Nada de esto sucedería si estás en tu clase —continúe.
