Valentina
Igor, Duda y Carol eran mis aliados hoy, Carol estuvo parte de la tarde decorando la habitación de Lu, yo no podía salir del trabajo y en la noche tenía clases así que me era imposible ir hasta el apartamento.
Igor y Duda iban a buscar a Luiza de la academia, le dije que hoy no podía ir con ella pero que ambos le iban a llevar un pequeño presente y que mañana estaría con ella.
Una mini torta decorada con nuestras iniciales iba ir directo a sus manos y de paso la iban a convencer de llevarla al apartamento.
Emilio ahora era casi mi chófer personal, me acercaba a todos lados.
No la escuché muy contenta de verme mañana, antes de ir al apartamento iría a retirar las hamburguesas y papas que mande preparar para las dos.
Las pedí específicamente para un horario así no la comería tan fría.
—Gracias, gracias —abracé a mi cuñada.
Todo estaba demasiado bonito, Carol tiene mucho talento con la decoración.
—Aqui está, no las quise abrir —me paso la pequeña cajita que le di en la mañana— las quiero leer, eso sí —empezó a reír.
—No te preocupes, la voy a dejar aquí para que ella las lea cuando esté sola —acomodé la pequeña caja entre las cosas de Luiza, espero que la vea porque si no nunca las va a leer.
—Cuanto te tomó hacerlo? —preguntó y me encogí de hombros.
—No mucho, a lo sumo son diez papelitos —me senté en la cama— tu papá viene por ti? —asintió.
—Le avise que ya estabas aquí —se sentó a mi lado.
—Ten —le di un poco de dinero— gracias por ayudarme, no me iba a dar el tiempo —saque un poco más— para la gasolina de tu padre, no quiero que venga hasta aquí gratis —negó con la cabeza.
—Papá viene con gusto —empezó a reír— es mi chófer personal —presumió.
Carol era muy dulce y siempre estaba pendiente de todo, era casi igual a Luiza.
La diferencia entre las dos era la madurez que cargaba cada una y que Carol era un poco más alegre.
Su teléfono vibro y se puso de inmediato de pie, recogió su mochila y me dio un abrazo.
—Felicidades por ti y Lu —besó mi mejilla— estoy muy contenta que las dos estén juntas —sonreí.
—Saludos a tu papá —la acompañe a la puerta— también a tu mamá y a Nico —asintió.
Nico era muy reservado, siempre que estaba con nosotros era muy callado y mucha veces no opinaba nada.
Nilo nunca estaba y cuando lo hacía estaba encerrado en su habitación, no salía de ahí si no era para comer algo.
Luiza lo odiaba y se peleaba con sus padres a consecuencia de eso.
Abrí la puerta y vi al padre de Luiza le hice señal de saludo con la mano y cerré de nuevo poniendo el seguro.
Subí las escaleras y al llegar a la sala de star me encontré con la señora Andreia.
—Hola mi niña dulce —sonreí, se acercó y me envolvió en un abrazo— andas muy ocupada porque no te he visto por aquí.
—El trabajo y la universidad me tienen atada de manos y pie —asintió.
—Me imagino pero te queda muy poco, cuando tengas mi edad te vas aburrir —bromeó.
