Extraordinaria

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Valentina

Mis pies se balanceaban en el pequeño sofá en el cual me encontraba.

Mi abuelo pidió verme, Luiza estaba a mi lado, no la quería dejar sola.

Lo vi entrar y sonrió al verme, apuntó la puerta de su oficina y me levanté.

—Espérame aquí —ella asintió, me puse de pie y fui directo a la oficina, cuando empujé la puerta el se encontraba sentado en aquel enorme sillón de cuero.

—Mi niña preciosa —extendió sus brazos para que me acerque a él y así lo hice, me envolvió en sus brazos y beso mi mejilla— pensé que no llegaste porque no vi tu auto en frente.

—Mmm —iba a inventar una buena excusa para no decirle a mi abuelo lo que estaba sucediendo.

—Milena me lo contó —abrió su agenda— tu papá te dejo sin el auto —asentí— y también sé donde estás trabajando pero eso me entere de otra manera —escribió en la agenda— cuéntame que sucedió con Marcos.

No era el momento, la semana, el mes. Cuando pensaba que ya no podía pasar algo peor, mi abuelo me ponía aquí en su oficina de unos seis metros de altura para interrogarme.

—Yo... —piensa bien en lo que vas a decir Valentina Albuquerque, todo podía condenarme.

—Mira Valentina, no te voy a decir que hacer con tu vida, no soy quien para hacerlo y además estoy muy viejo, tampoco voy a estresarme por cosas que no son mías, pero si voy hacerlo en cosas que pueden afectarte a ti —ay no, nunca escuché a mi abuelo decir algo homofóbico y sabía que iba a escuchar algo de su parte que no me iba a gustar— y lo que me molesta es la autoridad con la que tu padre se atribuye a sacarte de la empresa, quitarte el auto que en conjunto todos te lo regalamos, el departamento él te lo dio y no puedo opinar en contra de eso pero yo tengo otras propiedades, eres una Albuquerque, dueña de unas de las empresas más prestigiosas de Brasil y estás viviendo una vida que no es tuya —junto sus manos y mis ojos fueron directo a sus dedos más me centre en el anillo enorme que adornaba su dedo anular, era algo como de una comunidad o algo así.

—Papá y yo no estamos de acuerdo en algunas cosas, respeto las decisiones que el tomó pero no voy a dejar —que, dilo Valentina, no estaba haciendo honor a mi nombre.

—No vas a dejar a tu novia —jugo con su anillo y yo no tenía ni un cero punto cinco por ciento de valentía para mirarlo a la cara— que está bien, por qué tu padre quiere interferir en eso? —trague seco, como sabía eso? Como sabía todo acerca de lo que ocurrió y Milena no creo que se lo haya contado por completo.

—Exacto, no voy a dejarla y es una decisión que tome hace tiempo —finalmente tuve el valor de hablar, el asintió y suspiro— y creo que papá no tiene porque tomar decisiones acerca de lo que sucede en mi vida personal, así como yo no interfiero con su vida.

—Y estoy de acuerdo con eso, es más, le pedí que venga porque quería hablar con los dos pero aún no lo veo llegar, no estás apurada, verdad? —negué.

Estaba temblando, le tenía mucho miedo a mi abuelo pero era más por el respeto que siempre tuve de su parte. No se que iba a pasar con mi padre, él puede ser un poco altanero.

Alguien golpeó la puerta y al instante la figura de mi padre apareció por esta, era sábado y este hombre tenía un traje, estaba demente.

—Qué paso? —cuestionó viéndome sentada frente al enorme escritorio de mármol que tenía mi abuelo en su oficina.

Así mismo me sentí cuando él, mamá y mi tío me acorralaron en la universidad.

—Buenos días hijo, espero que también estés teniendo un buen sábado —saludo mi abuelo y mi padre tomó el asiento que se encontraba a mi lado.

Lover Of Mine |Valu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora