Frustración

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Luiza

La única persona con la cual podía entablar una conversación de más de cinco minutos era con mi maestro.

En el trabajo el silencio era mi mayor amigo y pedí de forma estricta no tener que ayudar con los clientes.

Cada semana que pasaba era más pesada, mi piel estaba muy seca, mis dos baños diarios pasaron a ser tres o cuatro, a veces pagaba en las estaciones de servicio para poder bañarme en cualquier descanso que tenía.

La psicóloga quería que trabaje en eso pero no podía hacerlo, no podía estar un momento tranquila porque a ratos el asco se apoderaba de mi y sentía esa baba asquerosa recorriendo mi mejilla o esa mano recorriendo mi piel.

Bañarme era casi igual a llorar, era más terapia que mi propia terapia.

Eduarda me contó hace unos días lo que paso con Valentina pero lo bueno es que apareció y solo estaba en el trabajo.

Le pedí un tiempo, tiempo en el cual quería recuperarme lo suficiente para volver a estar con ella.

No lo tomó muy bien y eso me ponía de malas, no podía entender que necesitaba estar sola?

—Flashback—

—Puedes ser sincera conmigo Luiza —espetó, enarque una ceja y me cruce de brazos— quieres que siga viniendo? —cuestionó.

Hice un suspiro largo y ella de inmediato se levantó de la cama.

No quería decirlo, no quería lastimarla pero era peor tenerla aquí y estarla ignorando.

—Podemos darnos un tiempo... —susurré— necesito recuperarme —asintió, la veía enojada.

Recogió sus cosas para salir.

—Si necesitas algo puedes llamarme, estaré al pendiente —asentí— que es lo que pasa? —preguntó en medio de la puerta— necesito que me digas algo, estoy en la nada misma.

—Valentina estoy en un mal momento —comenté.

—Y crees que yo no? —cuestionó y esta vez fui yo quien se enojo.

—Tú no sabes absolutamente nada de lo que paso allá así que no puedes venir a decirme como voy afrontar mi día a día —el enojo era notorio en mi voz.

—Y cómo quieres que lo sepa, si cada vez que intentó entablar una conversación contigo a lo sumo cruzamos tres palabras, podría estar horas sentada a tu lado y lo único que me diriges es el saludo, es evidente que no sé lo que paso —negó con la cabeza.

—Vete —pedí un poco más calmada, no quería decir algo que pueda lastimarla.

Ella no tenía culpa de lo que paso y tiene toda la razón tampoco sabía nada.

La vergüenza que cargaba conmigo era demasiado grande como para sentarme a hablar de eso, no lo creía prudente.

Vi la decepción en sus ojos que esta vez brillaban pero por las lágrimas que se acumularon en ellas.

Cerró la puerta y escuché sus pasos alejarse, escuche por último la puerta principal y cerré los ojos.

Era oficial que estaba destrozando la mejor relación que iba a tener en toda mi vida.

Y estaba segura que no iba haber otra, no iba a permitir que nadie más me vuelva a tocar.

Estiré el clinex que estaba en la mesa de luz para sonar.

Lover Of Mine |Valu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora