Luiza
—Te amo, adiós —escuché desde el otro lado.
—Yo también te amo, te llamo al llegar a casa —corté el teléfono y lo guarde dentro de mi bolso, normalmente habían dos personas conmigo esperando el bus pero esta noche salí un poco más tarde de lo normal.
No hacía frío pero de todos modos se me subían por los pies, no quería estar sola.
Volví a sacar mi celular y miré la aplicación del bus, a diez minutos, hacia unos segundos lo vi y decía doce pero en mi mente todo estaba pasando muy lento.
El miedo hacia que pierda la percepción del tiempo y me ahogaba dentro de esta parada.
Me abrace a mi misma y luego de unos segundos vi dos autos pasar, eso quiere decir que aún hay gente por la calle y me calmaba un poco.
Después de unos minutos vi dos luces a los lejos y me puse de pie, a lo sumo habían pasado los diez minutos pero no saque mi celular para ver la hora.
Era un auto, decidí volver a sentarme y busque mi celular dentro del bolso, queria saber a cuantos minutos de distancia se encontraba.
El auto se detuvo y de esta bajo un chico, al menos ya no iba a estar sola en la parada del bus.
—Vamos —susurró y levanté la vista, se me congeló la sangre y no sabía si tenía que correr o gritar, hacer las dos cosas al mismo tiempo.
Él chico levantó la camisa y me estaba apuntando con un arma.
Le entregué mi bolso con todo lo que tenia adentro, podia llevarse todo lo que quería.
—Sube al auto —dijo el chico que se encontraba al interior y mi respiración se detuvo en ese momento— mucho show —se bajó y me tomó del cabello metiéndome dentro de este.
Cuando quise gritar, fue muy tarde.
—
Cuando crees que todo está yendo bien en tu vida ocurre algo que te hace retroceder, a veces piensas que es para madurar pero esto no era algo que tenía que suceder de ninguna manera.
Desde que me sentaron dentro de esta habitación estuve orando para salir de aquí, no sabía que querían, cual era el propósito de todo esto?
Mi familia no tiene dinero, yo mucho menos entonces mi mente trataba de entender cual era mi finalidad en este lugar.
Las risas de varios hombres llegaban de vez en cuando a mis oídos y un escalofrío subía constantemente de mis pies a mi columna vertebral que llegaba a mi cabeza.
No sé en que momento dejaron de salir las lágrimas de mis ojos pero mi cabeza martillaba cada minúsculo cabello, me había deshidratado de tanto llorar.
Escuché unos pasos y me eché de lado para que piensen que aún seguía dormida.
La puerta se abrió pero yo traía los ojos tapados, el ruido de la puerta me aviso que estaba entrando gente.
Alguien me pateó pero no me moví y uno de ellos empezó a reír.
—Creo que te pasaste con la mida —se burló, las ganas de moverme y salir de este lugar eran más fuerte que cualquier cosa.
—Ya contactaron con él? —hablo alguien más.
—No lo ubico desde el lunes pero le mande una foto de ella para ver si se le pasaba por la cabeza venir a visitarnos...
—Acomodala bien y esperemos a tener respuestas de ese idiota —escuché los pasos alejarse.
Alguien se acercó a mi e intenté no sobresaltarme, puso mis piernas sobre la cama y me empujó un poco más al centro.
