Luiza
—Carol deja a Valentina en paz! —grité desde la cocina.
—Solo le estoy mostrando mis dibujos AMARGADA —gritó Carol desde la sala de star.
—Ya déjalas —me regaño mi mamá— Concéntrate en la comida o con ese enojo se te va echar a perder.
Ja, eso si que jamás podría pasar.
Escuchaba a Carol murmurar desde donde me encontraba probablemente Valentina ya quiera salir corriendo de aquí, sabía que era mala idea.
Mañana es víspera de Natal y mi madre queria que la ayude a dejar todo listo para cocinar en la tarde.
Valentina pasó a recogerme del trabajo y mi madre insistió en que se quedé, es así como mi pobre novia terminó dentro de esta familia de locos.
Papá estaba con las dos en la sala, yo estaba por llevar toda la cocina ahí porque soy curiosa y quiero saber que hace mi novia.
—Luiza calmate —mi madre me pateó y enarque— Vas hartar a esa pobre chica eres muy dependiente.
Me quedé en silencio durante unos segundos.
Desde que Valentina está de vacaciones en la universidad no llego un momento en el cual yo este lejos de ella, sabía que el año entrante iba a ser un total desastre para las dos.
Nuestros trabajos y nuestros estudios iban a chocar demasiado.
—Papá y Carol hablan demasiado, lo sabes —verti el condimento sobre el cerdo y lo comencé a marinar.
—Iré a ver —se secó las manos y paso el portal con ellos.
Continue con todo lo que faltaba, si seguía preocupada por Valentina no iba a poder terminar rápido para ir con ella a su casa.
Cada dos días estábamos una en casa de la otra.
Meti el cerdo condimentado al horno y lo puse al lado del pollo.
Tomé el rallador y empecé con la zsnohoria, mamá ya limpio todo lo que había que cortar y rallar.
Ralle también un poco de betabel y corte todas las verduras.
Mi madre también me abandono dentro de la cocina, era evidente.
Guarde en los tuppers que mi mamá dejo en la mesa o los apile sobre la heladera, ella se iba encargar de acomodar la nevera.
Antes de terminar de hacer el postre, me seque la mano con el delantal y fui hasta la sala de star.
Me pare de puntas cerca del sofá para escuchar que estaban haciendo.
—Luiza y tu se volvieron muy amigas, verdad? —cuestionó mi madre y casi me caigo de espaldas.
—Si —escuche su voz suave y tranquila, como que amigas Valentina? La voy a matar— Luiza es muy buena —continuo.
—Siempre ha sido así —esta vez fue mi padre quien hablo— Desde muy pequeña fue independiente, nunca necesito de nosotros —uy, eso es lo que creen— Estamos muy orgullosos de ella.
—Hablando de ella —mi madre se levantó y retrocedí de puntas hasta la cocina.
Puse un poco de huevo, maizena y leche dentro de la licuadora para que se integre bien la mezcla.
Mi madre entró y me sonrió.
—No están hablando de nada interesante —se encogió de hombros— Ya lo hiciste todo? —apuntó arriba de la nevera y asentí— Adquiriste una nueva velocidad en tu trabajo —bromeó y reí.
