Espacio

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Luiza

Los médicos ingresaban y salían de la sala, me preguntaban lo mismo a cada rato y eso aumentaba mi histeria.

Solo quería dormir, me despertaban para preguntarme lo mismo y me cansaba.

Valentina en todo momento había permanecido en el sofá, queria tenerla de cerca pero no quería explotar por ella así que decidí no pedirle que esté cerca.

La desilusión en su rostro se veía a kilómetros y aunque no quisiera verla así en este momento mi objetivo era borrar lo que sucedió allá.

Un golpe seco de cualquier índole hacia que por mi cuerpo recorra un escalofrío, me sobresaltaba con facilidad y tenía que buscar de forma inmediata la causa del sonido.

Esta vez mis ojos ya no estaban vendados es por eso que buscaba de forma rápida los ruidos que podían llegar a estremecerme.

—Mmm, una pregunta más —la chica giro la hoja del cuaderno—  puede que estés embarazada o lo crees nulo? —preguntó y levanté la vista.

Recordé la forma en la cual casi me ahogue en mi vómito y me salve de ser ultrajada.

—No hay posibilidad —respondí y volví a taparme.

—Si quieres decirnos algo más solo toca el botón —lo apuntó y asentí.

Cuando la doctora salió, la sombra de Valentina se acercó a mi, su mano acarició mi cabeza y cerré los ojos.

La luz blanca golpeaba mis párpados pero al menos no se formaban las imágenes en mi cabeza.

Pero en mis oídos si se hacían eco mis gritos de desesperación de ese día, ese día en específico en cual me sentí vulnerable.

Frágil, no me sentí el día que subí a ese auto o el día que me encontraron.

Indefensa, me sentí el día que no pude defenderme a mi misma de tener a ese asqueroso animal encima mío.

Débil, no me gustaba esa palabra pero es así como me definía cuando escuche el sonido del arma y vi su cuerpo a mi lado.

Le pedí tanto al universo que esté muerto por el asco que me causo que se hizo realidad.

Ahora me sentía endeble, esa era la palabra para definirme en estos momentos.

Mis ojos estudiaban cada ladrillo de la pared del hospital, por la ventana entraba un rayo de sol muy fuerte pero adentro en la habitación el frío me consumía.

El sonido de los autos, las ambulancias, los murmullos y los niños intentaban llegar a mi pero disociaba al instante y solo me recordaba de mis gritos ahogados.

—Permiso —fue la única palabra que le pude dirigir a Valentina, queria darme una ducha.

Era la tercera vez que iba a bañarme en lo que iba del día y presumiblemente no iba a ser la última.

Ella me dio paso e hice mi camino hasta el baño, abrí el grifo y volví a bañarme, tuve que sacar otro jabón del paquete porque el otro se acabó.

Durante cuarenta y cinco minutos a una hora me quedaba bajo la ducha pasando el jabón por mi piel, las lágrimas se hacían presente y presentía que en cualquier momento me iba a secar de tanto llorar.

Iba a llegar un punto en el cual iba a querer llorar pero no iba salir absolutamente nada mi y creo que ese iba a ser el peor momento porque no iba a poder descargar mi frustración.

—Buenos días Luiza —me saludo el Dr y de buenos no tenían nada, no dormí en toda la noche.

Lover Of Mine |Valu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora