«Capítulo 25» Nota mental: practicar no ruborizarme.

455 42 11
                                    

Richard.

Richard.

Richard.

Richard.

Richard.

Era el único pensamiento que habitaba en mi mente.

Hace tres horas que todos habíamos decidido ir a dormir, pero como era de esperarse, ellos no tenían tantas ganas de dejar de avergonzarme y demostrarme que no puedo hacer nada con respecto a sus apreciables 1.90.

Doom me había cargado y Till me había dado vueltas sobre su hombro haciendo que me mareara, los demás reían o venían a despeinarme o a darme razones para ruborizarme, sobre todo Richard, al parecer él tenía como nuevo pasatiempo hacerme ruborizar.

Nota mental: practicar no ruborizarme.

Estaba sentada en el suelo al lado de la bañera abrazando mis rodillas a mi pecho, por una extraña razón me sentía demasiado nerviosa.

El pensar que pasaría toda una noche durmiendo con Richard me ponía nerviosa, no quería ser tan obvia pero no era tan fácil pasar por alto el hecho de que dormiría con un hombre por primera vez, en el buen sentido de la palabra.

Respiré profundamente por última vez y comencé a desvestirme, doblé mi ropa y la dejé sobre un pequeño asiento que estaba al lado del lavamanos, con una goma que había al rededor de mi muñeca comencé a hacerme una trenza, tomé una de las camisetas blancas de Richard que él mismo me dio y un pantalón de pijama blanco; La ropa me quedaba demasiado grande, me sentía como un Hobbit en verdad, todos ellos eran unos gigantes al lado mío.

Respiré una última vez y tomé el pomo de la puerta, abrí lentamente y me encontré a Richard fumando en la ventana, arrugué un poco la nariz al sentir el olor del cigarro entrar a mis pulmones, un olor nada agradable para mí; el frío se sentía cada vez más, y tener la ventana abierta no ayudaba para nada, me quede parada un momento observándolo, su cabello despeinado, su cuerpo marcado... Abrí mis ojos como platos al descubrir que su torso estaba totalmente descubierto, solo usaba un pantalón de pijama negro.

Me ruboricé cuando dejó de ver hacia afuera, sus hermosos ojos azules se encontraron con mis ojos grises, el calor iba aumentando en mis mejillas, a pesar de tener una luz tenue en la habitación él logró percibir el color carmesí de mis mejillas, lo se porque sonrió... ¿Satisfecho? Creo que eso es.

Apagó el cigarrillo en un cenicero y cerró la ventana, se acercó lentamente a mi y tomó mis manos, las froto un poco entre las suyas dándome un poco de calor y luego las beso tiernamente.

-¿Quieres que duerma en el sofá?-Me preguntó suavemente mientras acariciaba mis mejillas con sus pulgares.-Puedo hacerlo si quieres, así te sentirás más cómoda.-Reímos ante su comentario y negué suavemente.

-Estoy bien con esto.-Gran mentira. No estaba bien durmiendo con un extraño.

-De verdad no tengo ningún problema en hacerlo.-Caminamos hasta el sofá y nos cubrimos con una manta, el frío se estaba haciendo presente cada vez más rápido.

-No, de verdad, además no puedo correrte de tu propia cama.-Encendió el televisor, hizo zapping un momento, hasta que encontró algo, una película, El Rey León.

Una película demasiado interesante, teniendo en cuenta que no la veo desde los cinco años.

-¿No te molesta?-Me levantó dejándome sobre su regazo, me pegó a su pecho y me abrazó por el vientre.

-Así no se siente tanto frío.-Reímos ante mi comentario.

-Tienes razón.-Besó mi frente.

Simba estaba en problemas, las hienas lo habían acorralado, Nala estaba con él, ambos estaban asustados, un intento de rugido salió del hocico de Simba haciendo que las hienas se burlaran de él, me sentía nerviosa, mordía un poco mis cutículas, evidentemente los nervios por querer que Simba, Nala y Sazu se salvaran eran demasiado visibles; Cuando todo parecía estar perdido Mufasa llegó salvando a Nala y Simba, las hienas huyeron dejando al pobre de Simba, algo que me alivió, hasta que Mufasa quiso hablar con Simba, sabía que el pobre león terminaría regañado, como debe ser.

Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ░ღT E M P T A T I O Nღ░Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒღ{R.Z.K.}{R+} {Terminada} {EDITANDO}ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora