capítulo 19

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Me dolía respirar. Su cabeza latía más fuerte que nunca, no podía dejar de temblar y para colmo, alguien le acariciaba suavemente la frente.

Estaban tratando de despertarlo de nuevo y Mikey inmediatamente se puso rígido. No pudo evitar el gemido silencioso y odiándose a sí mismo por su debilidad, se encontró agradecido de no poder vocalizar más.

La mano se detuvo pero se negó a dejar su frente.

-¿Mikey?

una voz vagamente familiar aventuró suavemente. Luego, cuando no respondió, sonó un pequeño suspiro y los dedos sobre su piel comenzaron de nuevo.

-¿León?

Silencio. Luego, el suave sonido de alguien de pie y caminando como solo el entrenamiento ninja podría infundir.

-Pensé que finalmente se despertó, eso es todo

dijo la primera voz con cansancio.

Los dedos en su frente se pusieron ligeramente rígidos como si el dueño estuviera luchando por no apretarlos, luego se relajaron y comenzaron su fingido movimiento tranquilizador una vez más.

-¿Qué pasó?

la segunda voz, también dolorosamente familiar, preguntó con cansada curiosidad, sonando como si se hubieran agachado a su lado.

Era todo lo que podía hacer para no salir corriendo, pero no le serviría de nada. Nunca lo hizo porque incluso si no estaba encadenado en su lugar, estaba en un pequeño espacio confinado donde las puertas siempre estaban cerradas cuando llegaban, impidiendo su escape.

Y de todos modos, ¿adónde podría ir cuando estaba constantemente rastreado y monitoreado?

Sin mencionar cuánto peor se pusieron las cosas cuando mostró miedo o angustia...

No hubo respuesta a la pregunta, pero la mano se apartó y estaba seguro de que quienquiera que lo estuviera atormentando esta vez acercó su cabeza a la suya por el leve y cálido aliento en su rostro. Ahora no pudo evitar estremecerse. ¿Por qué nunca podían dejarlo en paz?

-Abre los ojos, Mikey

le pidieron desesperadamente, la mano volviendo a su frente.

-Sé que estás despierto.

-Leo

aventuró él otro con cautela

-sería mejor que te detuvieras...

-¿Detener qué?

Leo preguntó, sonando confundido. Mikey también estaba confundido. ¿Desde cuándo alguien, excepto Mai, trató de detenerlos, pero Mai solo lo ayudó cuando estaba herido o enfermo? El resto del tiempo ella también lo lastimaba.

-Tocándolo, Leo. Mikey no abre los ojos porque le angustia que lo toquen.

¡Sus hermanos! Eran solo sus hermanos. Estaba a salvo y con ellos, no en su perrera siendo... Dejó escapar un suspiro lento y uniforme de alivio, con la esperanza de no llamar la atención de Leo porque realmente no estaba listo para enfrentarlos todavía. Incluso si su hermano estaba seguro de que ya estaba despierto...

-¿De qué estás hablando, Donnie?

Leo preguntó en un tono incrédulo, retirando su mano a pesar de todo.

-A Mikey le encanta el contacto físico. Siempre lo ha hecho.

-No siempre

dijo Donnie a regañadientes.

¿cuánto cuesta esa tortuga en la ventana? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora