capítulo 42

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Rafael miró beligerantemente más allá de Leonardo, no a él sino a la pared más allá del árbol en el dojo.

—Raph

aventuró Leo en voz baja después de un minuto de que Raphael se negara a hablar

—no estamos aquí para poder atacarte ni nada. Sólo quiero saber qué pasó realmente. ¿Si estás bien?

—Por supuesto que sí

resopló Raph agresivamente.

—¿Por qué diablos no lo estaría?

—Oh, no lo sé. Tal vez porque estabas enfermo en toda la cocina

afirmó Leonardo secamente.

—Supongo que mientras intentabas cuidar a Mikey

Raph se puso rígido y se dio cuenta:

—Ya te lo dije, el desayuno no me sentó bien

—Eso fue hace horas y tú, Donnie y yo comimos lo mismo, cereal con leche y estaba fresco

señaló Leo suavemente.

—¿Qué pasó realmente? Puedes decirme que Mikey no está aquí para escuchar

Raph se quedó allí, con la mandíbula apretándose con enojo mientras intentaba pensar en algo que decir, cualquier cosa menos la verdad en caso de que Leonardo lo tomara mal. Por si acaso Leonardo pensó que era el propio Mikey el que lo enfermaba.

—Sé que normalmente no te gusta hablar de tus sentimientos, Raph

incitó Leo después de un par de minutos de silencio continuo

—pero honestamente, todos nosotros estamos teniendo problemas en este momento. Todo lo que hemos pasado para lograrlo regresar, esos meses pensamos que era demasiado tarde y que nunca lo encontraríamos otra vez… luego encontrarlo para darnos cuenta de que ni siquiera nos reconocía ni nos recordaba…

Leo tragó dolorosamente, extendiendo la mano y descansando. una mano en la parte superior del brazo de Raph

—.. perder al Maestro Splinter... todo lo que pasó en el 'Umi-Ryuu'. Ha sido difícil y está bien admitirlo.

Cerró los ojos, luciendo enfermo él mismo, Raph notó por el rabillo del ojo.

—Seguimos intentando animar a Mikey a hablar, pero él no es el único que necesita hacerlo... no es el único que ha quedado traumatizado por todo

susurró Leo, sonando medio destrozado.

—Él ya no es el mismo

pronunció Raph con voz ronca y abatida.

—Por supuesto...

Leo se quedó en silencio ante una mirada mordaz de Raph.

—Eso ya lo sabía, Leo. Nadie pasa por una mierda como él sin ser cambiado, pero tú... tú no lo viste. Él simplemente se sentó allí y lo aceptó

Leo miró a Raph, un poco perplejo.

—¿Tomó qué?

—¡Tenía que estar sufriendo!

Raph explotó, luchando por mantener la voz baja para que nadie lo escuchara en la cocina.

Leo asintió con tristeza

—No creo que haya dejado de sufrir desde que lo encontramos, ni emocional ni físicamente. Al menos no del todo

Raph sacudió la cabeza violentamente.

¿cuánto cuesta esa tortuga en la ventana? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora