06. Provocaciones

619 42 6
                                    

06. Provocaciones


—Ni siquiera es mi ex —mascullo rendida. A pesar de que hablo bajo, Ilay me escucha perfectamente. Una de sus cejas se alza con curiosidad, esperando que se lo explique y yo suspiro, no me voy a hacer de rogar ahora—. Es un idiota de Tinder con el que quedé una vez y ya.

No entiendo por qué frunce el ceño.

—¿Tú y él...? —deja la frase en el aire y alza repetidas veces las cejas de forma insinuante; a penas tardo unos segundos en entender a lo que se refiere.

—¡No! ¡Joder, claro que no! —espeto indignada. Que piense que yo soy de esas me resulta indignante. No tendría nada malo, Lina es así y me parece perfecto, pero yo no y se ve de lejos.

—Vale, vale —dice mostrándome las palmas con una ligera sonrisa—. Pues no entiendo por qué tu amiga te la ha liado tanto.

Bufo sin saber por dónde empezar a explicárselo.

—El chico es un poco insistente, nada más.

—¿Insistente cómo?

—Insistente tipo treinta y dos llamadas la misma noche que quedamos porque no me gustó y dejé de responderle —confieso avergonzada, volviendo la vista hacia el escritorio como si ahí estuviese la cosa más interesante del mundo.

—Madre mía.

—Me dio pena e iba a ir a verle porque me escribió diciendo que necesitaba hablar conmigo, pero Lina me ha dicho que no y... Pfff —me froto las sienes intentando ordenar mi mente bajo la atenta mirada de mi vecino—. Ha fingido que se ha roto el brazo para llamar mi atención y ...

—Es lamentable —me interrumpe con una mueca antes de que pueda decirle que nunca nadie se había esforzado tanto por mi atención. Aprieto los labios y guardo silencio muy frustrada—. Y tú eres muy tonta —añade pasados unos segundos ganándose una mirada asesina.

—Qué te jodan.

Doy un respingo cuando se levanta de mi cama y se acerca a mí; por un instante temo que haya alguna represalia ante mi mala e impulsiva contestación, pero mi cuerpo se relaja cuando él ríe.

—Me gusta ser yo el que jode, soy más de dar —comenta bajando un poco el tono, su voz suena casi cautivadora y eso me hace entender que el hecho de que acorte las distancias estando solos en mi habitación es peligroso.

Me quedo parada mirándole como una tarada, intentado no achantarme porque no quiero que él piense que me intimida. Aunque lo hace.

Me inclino ligeramente hacia atrás con el culo aún apoyado en el escritorio y alzo el mentón cuando Ilay me aprisiona entre sus brazos, dejando las manos en el borde del escritorio a cada lado de mis muslos, muy cerca, pero sin llegar a tocarme.

Trago grueso cuando nuestras miradas se encuentran tan cerca. Sus ojos son mayormente verdes, pero hay un fino aro marrón que rodea la pupila y que no había podido apreciar antes. Tiene unos ojazos increíbles.

Intento mantenerme impasible y no mostrar el pánico que siento, pero no logro evitar contener la respiración de forma automática por su cercanía.

Mi mente se pierde cuando se humedece los labios con la lengua en un gesto demasiado rápido y a un escaso palmo de mi cara.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —pregunta manteniendo un tono bajo y con una amplia sonrisa que me jode admitir que me gusta. Me repongo y dejo de mirar sus ojos, mi mirada cae sola a sus labios. ¡No es mi culpa que su sonrisa sea tan llamativa!

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora