26. Mariposas

483 35 3
                                    

26. Mariposas


Ilay


Hemos recogido y tirado las cosas del desayuno y ahora estamos caminando descalzos por la orilla. Creo que el agua fría nos ha venido bien a ambos.

Por una fracción de segundo casi inexistente sí que he pensado en salir corriendo. Y me siento un completo hijo de puta por ello, pero tal vez es demasiado.

Me encanta Lara. Me gustaba desde que éramos pequeños, aunque ahora me gusta de forma bastante menos inocente.

Quería follar con ella, y aún quiero, la erección que me ha dejado es la prueba de ello, pero ahora que me ha confirmado que es virgen no puedo tomarme las cosas a la ligera.

En mi puta vida me he acostado con una virgen y el hecho de que ella lo sea teniendo veintidós años me descoloca bastante. Es demasiada responsabilidad, y no solo porque yo soy muy bruto y puedo hacerle un daño serio, sino porque no quiero nada más. No quiero que se encoñe y acabe llorando después; a Larita le tengo demasiado cariño como para ser tan hijo de puta con ella. Así que antes de plantearnos siquiera hacer cualquier cosa, tenemos que hablar y dejarlo todo claro para que no salga malparada. Y en el caso de que estuviésemos de acuerdo en tener una relación de amistad con derechos sin ir a más, podría enseñarle demasiadas cosas. Me muero de ganas.

Pero eso va a tener que esperar; y basta de provocaciones porque no las voy a soportar.

Me parece divertida su reacción, está ofuscada y resopla sin mirarme mientras camina por la orilla pegada al agua. La veo acelerar el paso y de la nada se agacha a recoger algo del suelo, dándome un primer plano espectacular de su culo que me hace apretar los labios.

—¡Mira! —se vuelve ilusionada y me muestra la caracola que tiene en la mano. Se ve muy aniñada e inocente, y no puedo negar que eso me gusta, es como si no tuviese maldad, como si de ningún modo pudiera hacerme daño alguno.

Me cuesta sacar la imagen de su culo de mi mente para mirar la caracola.

Antes quería follarla ahí en la puta toalla, que hubiese algún roce al menos, pero no se merece eso y sé que ella tampoco estaba pensando claramente por el calentón.

Encuentra un par de conchas y caracolas más y eso parece ponerla de buen humor. Camina con la vista fija en el suelo, ignorando por completo que andar por las malditas piedrecillas me está desesperando y que antes cuando una puta alga me ha rozado el pie y he hecho como si nada, me han dado ganas de pillar el primer autobús que hubiese de vuelta.

Pero estoy aquí por ella, y su compañía hace que todo sea más ameno.

—Creía que si te enterabas de que soy... —resopla de repente y hace un gesto con la mano dando a entender el resto—. Creía que no querrías hablar más conmigo —murmura sonando apesadumbrada. No puedo negarlo. Si lo hubiese sabido de entrada habría ido directamente a por la horrible de su amiguita porque mi intención era follar sin más y bueno, como ya he dicho, una virgen es demasiada responsabilidad. Pero he pasado tanto tiempo con la vecinita, que me da igual que lo sea. Y si al final no quiere follar, lo voy a respetar y voy a seguir disfrutando de su compañía, aunque sería literalmente doloroso porque le tengo demasiadas ganas.

—Qué tonta eres —suspiro a modo de evasiva.

—Es que... —suelta un suspiro pesado y se agacha a recoger otra caracola que se echa al bolso. Ni siquiera disimulo que le miro el culo.

—¿Es que...? —pregunto cuando veo que no tiene intención de seguir hablando. Ella resopla y se abraza.

Creo que es algo que hace por inseguridad. Lo hizo cuando le quité la camiseta ayer; por cierto, su camiseta de hoy está en mi mochila.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora