38. Llorar

433 29 4
                                    

38. Llorar


Ilay

Han pasado dos días. Dos maravillosos días en los que he pasado las tardes con la vecinita compartiendo buena música.

Hemos ido por las tardes al parque de calistenia a dar una vuelta con Taro y hacer un poco el tonto. Lara sigue sin poder hacer una flexión por sí sola, pero cada vez aguanta más tiempo colgando de la barra. Al perro parece que le gusta el parque, pero espero que podamos ir pronto al lago, sé que allí se lo pasa mejor.

Han sido unos días divinos, pero ya estamos en julio. Primero de julio, y hoy empiezo mi trabajo como socorrista en la piscina pública. Mis ganas de vivir escasean bastante ahora mismo.

Esta mañana he estado chateando con la vecinita. Le he preguntado si iba a venir a hacerme compañía y a obsequiarme con las maravillosas vistas a su culo aunque sea con ese bañador feo, pero me ha dicho que no.

Me quiero matar.

Ha dicho que iba a salir con su madrastra a comprar, día de chicas y que no quería dejarla plantada porque últimamente pasa poco tiempo con ella y no quiere que se sienta desplazada. Larita es una chica realmente buena.

Como premio de consolación me ha dicho que iba a comprarse el bañador nuevo y que mañana podría verlo.

Encima me va a hacer esperar.

Cuando la piscina abre, empieza a entrar un montón de gente y muchos niños. Las señoras toman el sol acostadas en toallas sobre el césped, hay algunos tíos bebiendo en la barra que hay cerca de la piscina, algunos niños con helados y poco más que destacar.

Todo tranquilo salvo por unos niños que intentan ahogarse y tengo que intervenir para evitar que alguno acabe flotando boca abajo. Les doy un aviso y les advierto de que a la próxima voy a avisar a sus padres.

Me aburro.

Estoy esperando a que los niños empiecen a darse de hostias para tener algo que hacer.

La piscina cierra a las ocho, son las seis.

Dos horas.

Me entretengo un rato hablando con unos niños pequeños que me enseñan ilusionados lo bien que nadan, pero sus padres no tardan mucho en decirles que no molesten al socorrista que está trabajando.

El socorrista se está muriendo de aburrimiento.

—¿Ilay?

Me vuelvo al escuchar la voz familiar y ni siquiera me esfuerzo en contener la mueca de desagrado.

—Hola, Lina.

—Vaya, ¿estás trabajando? —pregunta mirándome con interés y yo asiento sin querer dar pie a una conversación. Mira mi torso con descaro y se muerde el labio antes de alzar la mirada—. ¿Acabas de llegar y ya estás trabajando? Vaya.

—Sí, y si me disculpas, estoy ocupado —la corto. No voy a ocultar que me cae como una puta mierda.

—¡Espera! —me tenso cuando me acarra del brazo y me muerdo la lengua para no darle una mala contestación. Me vuelvo y alzo las cejas—. Quería preguntarte si te apetecería quedar y dar una vuelta; este sitio ha cambiado mucho —desliza la mano por mi brazo, haciéndome notar sus largas uñas y sonríe pestañeando más veces de las necesarias. Muy bonita, pero no me interesa.

—Lo siento, pero es algo que tengo pendiente hacer con Lara.

La mueca que pone me satisface enormemente, pero enseguida se recompone y me da una sonrisa falsa.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora