03. Acoso

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03. Acoso


No dejo de darle vueltas a mi conversación con Lina. Me fastidia imaginarla con Ilay porque son la pareja perfecta, esa que todo el mundo ama porque son tal para cual. Además a Lina le llueven los hombres, puede tener a cualquier otro tío.

Yo en cambio tengo las opciones muy limitadas. Están los pajeros de Instagram que le tiran a todo lo que se mueve y algún que otro chico simpático que sí quería una relación pero que le vale cualquiera para tenerla. Y de los chicos decentes con los que he hablado, que no buscaban solo follar, pues o no me gustaban o no fluía la conversación o me aburría con ellos. No han sido muchos la verdad; los puedo contar con los dedos de una mano y me sobrarían varios.

Y luego está Jordi. Chateando pensé que habíamos conectado y físicamente me gustaba y yo le gustaba a él, pero cuando quedamos...

—No debí ser tan dura con él, ¿verdad? —murmuro quitándome uno de los auriculares. Taro ladea la cabeza y se acerca a mí para lamerme la mano.

He pensado demasiado, tanto que he acabado sintiéndome horrible, así que he optado por salir a tomar el aire al patio y despejarme un poco con algo de música. Taro no ha dudado en seguirme para disfrutar del aire fresco de la noche.

—No estuvo bien ignorarle como si nada, debería haber sido clara con él, pero Lina dijo que era un perturbado al que debía sacar de mi vida antes de acabar mal y luego me metió miedo hablando de chicas a las que habían matado sus acosadores y le hice caso dejándolo como cosa perdida sabiendo que no estaba bien desaparecer sin más —digo frustrada y alzando un poco la voz. Taro da media vuelta y simplemente se va, entrando a casa por la puerta del garaje y dejándome sola.

Ni el perro me aguanta.

—Voy a llamarle, se merece una explicación —murmuro poniéndome nuevamente el auricular. Tras unos segundos que me tomo para convencerme, pauso la música y la maravillosa voz de Lana del Rey deja de sonar. Mi mano tiembla cuando tomo el móvil y empiezo a marcar su número, pero me arrepiento. Son las dos de la mañana, no es una buena hora para llamarle. Aun así quiero hablarle porque si no lo hago ahora sé que mañana me acobardaré, así que mandarle un audio es una buena opción.

Pero antes de que pueda hacerlo, alguien me arrebata el móvil. Ahogo un grito por la sorpresa y me quito los auriculares con prisa. Estoy a punto de caerme de la silla de plástico por el susto.

Me quedo perpleja mirando a mi vecino. No sé qué decir, me está costando bastante procesar la situación.

—¿Qué haces en mi casa? ¿Cómo has entrado? —pregunto sin salir de mi asombro, hubiese gritado, pero ahora mismo es un milagro que haya sido capaz de encontrar mi voz.

Ilay suelta una ligera risa y sonríe ampliamente al señalar la cancela con la mirada.

¿Ha saltado por ahí? Tal vez la he dejado abierta. No, no puede ser, está cerrada.

—Te voy a denunciar —digo recuperándome del sobresalto, él ríe y levanta mi móvil cuando alargo la mano para intentar arrebatárselo.

—Encima de que vengo a animarte, no hay manera de contentarte, chata —comenta divertido. Me quedo parada al caer en que me ha estado escuchando, siento que ha violado mi intimidad.

—Dame el móvil y vete —espeto poniéndome en pie. Él retrocede algunos pasos y se mete mi móvil en el bolsillo de su pantalón de chándal.

¿Quiere jugar? Bien, pues vamos a jugar.

—Voy a gritar, ¿qué pensará mi padre al ver que un chico se ha colado en nuestra casa y que está con su pequeña? —pregunto con malicia. Él sonríe y niega dejándome completamente descolocada.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora