28. Con calma

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28. Con calma


—¿Vais a follar o no?

Miro a mi hermana con los ojos a punto de salírseme de las cuencas y después me vuelvo a mirar al vecino para asegurarme de que no la ha escuchado, él está distraído con Iker hablando de motos.

En fin, hombres.

—No lo sé. Supongo que sí —digo chillando bajito. Estoy de los nervios.

Quiero hacerlo, eso lo tengo clarísimo. Pero estoy atacada y no dejo de darle vueltas.

—Tú relájate. Parece peor de lo que es —dice supongo que para calmarme, pero no lo hace.

—Madre mía. ¿Y yo qué hago? ¿Dónde se supone que debo poner las manos y...?

—Lara, eso es algo que sale en el momento, no hay un manual de instrucciones —dice divertida haciendo que mis ganas de pegarme un tiro se tripliquen. Estoy tan nerviosa que me duele el estómago.

—No voy a saber qué hacer. Seguro que al final se aburre porque nadie quiere follar con una muñeca inerte.

Mi hermana se ríe, pero yo quiero llorar.

Ilay entra a la cocina, sé que va a la nevera a por un par de cervezas porque antes Iker ha hecho lo mismo. Llevan un rato en la terraza hablando de motos porque el novio de mi hermana se quiere comprar una y parece que no entiende mucho.

—¿De qué habláis? —cuestiona el chismoso de nuestro vecino. Al pasar por mi lado no desaprovecha la oportunidad de tocarme, su mano cae en mi cintura durante algunos segundos. Ya estoy tan familiarizada con el tacto de su mano que ni me inmuto.

—De ropa —responde Miri con una sonrisa muy natural mientras Ilay abre la nevera.

—Ah, pues dile a tu hermana que se compre un bikini, que le hace falta —le dice, mis ojos blanquean solos. El vecino saca dos latas de cerveza y una de Coca-Cola. No debería rendirme con algo tan tonto, pero la sonrisa boba se me escapa y crece cuando tras darme la lata me da un apretón en el muslo—. Uno de tanguita creo que le quedaría bien.

—Que gilipollas eres —mascullo empujándole, pero logra darme un pellizco en el muslo antes de alejarse. Necesito que me enseñe cómo lo hace porque realmente duele.

—Podemos ir a comprarlo mañana —dice Miriam con una sonrisita poco inocente.

—No me voy a comprar ningún bikini. No deis más el coñazo.

Cansada, me tiro en el sofá y me meto en Tiktok. No ha sido un día especialmente largo, pero la playa me ha cansado un montón. Hoy sí he aprovechado para bañarme hasta que se me han arrugado los dedos. Cuando han llegado Iker y Miriam el vecino se ha comportado de forma sorprendentemente decente.

Acabo cerrando los ojos y apagando el móvil.

—Deberías irte a la cama.

No sé cuánto rato he pasado con los ojos cerrados, pero parece que ha sido el suficiente como para que Miri se canse de estar sola y reclame la atención de su novio. Supongo que entre cinco y diez minutos.

Resoplo sin molestarme en abrir los ojos.

El sofá se hunde, el vecinito debe haberse sentado a mi lado. Yo estoy en la esquina con las rodillas casi pegadas al pecho y apoyada en el respaldo.

—¿Quieres que te lleve? —pregunta. No suena con malas intenciones, realmente parece que quiere hacer una buena acción. Aun así niego sin abrir los ojos.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora