46. Loco por ella

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46. Loco por ella


Ilay


Aún estoy procesando que esto haya ocurrido y que ella esté entre mis brazos después de habernos acostado. Lara fue la primera chica en la que me fijé cuando aún éramos unos niños, y también fue la única que tuve en mente durante los primeros años de mi adolescencia. Es increíble que de algún modo el universo ha confabulado para que esto sea posible. Qué doce años después se han dado las circunstancias como para que esto pueda ser.

Cuando volví y la vi me sentí tan ansioso... regresaron demasiados sentimientos de golpe. Volví a ser ese chico que no podía sacarse a su vecina de la cabeza. Esa noche no podía dormir, no dejaba de pensar en Lara, de suponer cosas sobre su vida y pensar alguna forma de toparme con ella y que pareciese algo casual. Quería charlar con ella, verla trajo demasiadas cosas. Por eso estaba despierto cuando la vecinita llegó borracha y gritando a las cuatro de la mañana. Qué ilusión me hizo que me mandase a la mierda con ese descaro y ese mal genio que se carga la jodida.

Y no pude aguantarme las ganas de ponerle las manos encima.

Ha pasado un mes de eso. Se siente como si llevásemos así toda la vida, supongo que es porque pasamos demasiado tiempo juntos y aun así no me parece suficiente. El verano está pasando veloz, en nada llega agosto, y después tocará despedirse de todo esto. De ella.

Ya he mirado el piso en el que voy a quedarme y he hablado con el propietario. Hacer gestiones a distancia es complicado, pero lo estoy sobrellevando bastante bien.

A pesar de esto he pensado que aún no es tarde para valorar alternativas y buscar otra empresa en la que hacer las prácticas. Alguna que no implique irse lejos.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por la vecinita. Sabía que está despierta porque tiene una de mis manos entre las suyas, parece que mirar mis manos la entretiene, o tal vez lo que la entretiene es pensar en dónde pueden acabar esos dedos.

Ha empezado a tatarear una canción bajito, no sé cuál es.

—¿Qué cantas? —pregunto en un murmullo para mantener la calma del ambiente.

—Una canción que me ha venido a la mente —responde distraída y suspira volviéndose sobre mí y apoyando sus codos en mi torso. No me contengo y rozo la punta de su nariz con mi dedo antes de apartarle el pelo tras la oreja. Una amplia sonrisa enmarca su boca—. Gracias —murmura aún sonriente y se estira para darme un corto beso en los labios que me deja con ganas de más, pero lo único que me sale es fruncir el ceño porque no entiendo qué agradece. Ella aprieta los labios manteniendo las comisuras alzadas y especifica—. Gracias por esto. Por ser tan paciente, sé que soy un fastidio.

—Eres tonta —murmuro llevando mi mano a la parte trasera de su cabeza y acercándola a mí para darle un beso en la frente. No voy a negar que estaba acojonado. En mi vida me había acostado con una virgen y realmente tenía miedo de hacerle daño, pero parece que está todo bien.

Antes cuando me ha besado con tanta ternura me he visto incapaz; porque ella misma lo ha dicho, soy brusco, y me gusta ser bruto con ella sabiendo que lo disfruta; pero tenía miedo de que se me fuese la mano porque ella se ve demasiado delicada.

He de decir que he pasado un mal rato, cuando le he dicho que saliese de la habitación me he arrepentido como nunca; pensaba que no iba a volver a entrar. Me parece tierna, pero también me da mucha rabia que se sienta tan insegura con ella misma. Iba a ser brusco sacándole la ropa, porque aunque ella no sé lo crea, me fascina su cuerpo y le tenía demasiadas ganas. Aún las tengo, parece imposible saciarme de ella.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora