20. Poca cosa

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20. Poca cosa


No he dormido una mierda.

¿Cómo iba a dormir sabiendo que él está tan cerca?

Anoche por primera vez en mucho tiempo no me sirvió la música para dormir. He pasado toda la noche fantaseando, imaginando cómo sería si cediese e invitase a Ilay a mi habitación o fuese yo a la suya a comprobar si es cierto eso de que su cama es más cómoda.

He fantaseado tanto con sus labios que ya los siento hasta familiares.

Conforme pensaba en él y en las diferentes situaciones que quería que se diesen entre nosotros me iban viniendo a la mente canciones diferentes a las que estaba escuchando. Quise mandárselas, pero me replanteé las consecuencias.

No estoy segura de hasta dónde estaría dispuesta a llegar, así que es mejor no tentar demasiado.

Me tomo unos minutos antes de salir de la cama. La claridad que entra por la ventana me pone de buen humor, o tal vez es el presentimiento de que hoy voy a tener un buen día.

Aprieto los labios a un lado y al otro con la vista fija en el techo.

Cuando pienso en Ilay se forman frases, es como si esa estúpida canción quisiera que la escribiese a la fuerza. Recuerdo algunas de las frases, pero la mayoría las he ido olvidando conforme llegaban.

Podría apuntarlas. No les daré ningún orden, solo apuntarlas; puede que me sirvan en el futuro.

Tomo el móvil para apuntar en las notas la más reciente, pero la olvido en cuanto veo la primera notificación. Es un mensaje de Ilay.

Mi corazón se acelera de forma insana.

Tal vez debería escribir también sobre esto y lo preocupante que es.

Ilay: Bueno días, vecinita.

Ilay: Para que luego no te quejes de que no te escribo.

Tecleo una respuesta mientras me muerdo el labio con una sonrisa.

Yo: Así me gusta.

Una sonrisa traviesa danza en mis labios y titubeo antes de escribir y enviar el siguiente mensaje.

Yo: Buen chico.

Salgo de la cama de un salto y cierro la ventana para mantener el calor fuera de mi habitación.

Con más ganas de vivir de las usuales, me peino haciéndome una cola alta y me maquillo un poco para no parecer una indigente. Ni siquiera me arreglo, solo me adecento un poco y bajo a desayunar. Saludo a Taro con ilusión y voy dando saltitos hasta la cocina con la intención de prepararme unas deliciosas tostadas.

—Hostia, ¿qué haces levantada tan temprano?

Pongo una mueca al sentir la estridente voz de mi hermana y resoplo. No parece sarcasmo, lo cual me extraña. Miro la hora en el móvil antes de responder.

—Son las once —murmuro con el ceño fruncido. Ella se levanta antes de las nueve cuando no tiene clase, así que claramente me está vacilando.

—¡De la mañana! —exclama. Parece tonta—. Siempre te levantas sobre las una de la tarde, hoy puedes decir que te has levantado por la mañana.

—Muy graciosa —farfullo y me dispongo a ignorar sus tonterías y prepararme unas deliciosas tostadas de mermelada de fresa aprovechando que me he levantado a una hora decente para desayunar.

—Lo digo en serio. Sigue sin ser temprano, pero es más pronto que ayer. Avances son avances.

Visto así tiene razón. A veces Miriam es... buena. Sé que está es su forma de animarme.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora