24. Algo que contar

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24. Algo que contar


Ilay


Que haya sido su primer beso es algo que no me esperaba y que aún me cuesta creer, pero tengo que reconocer que haber sido el primero me hace sentir... bien. Supongo que ahora entiendo su reticencia cada vez que he intentado comerle la boca, me siento como un imbécil. Y de haberlo sabido no le habría dicho esa gilipollez de desmayarse.

Al menos ella no parece arrepentida, pero sí creo que se está muriendo de vergüenza y me resulta estúpidamente tierna.

He dado muchísimos besos a lo largo de mi vida, si mal no recuerdo, el primero en serio fue a los quince, pero besar a Lara ha sido muy diferente a todo lo anterior. He de admitir que he sentido unos nervios inusuales, y no sé si es porque llevo días muriéndome de ganas por comerle la boca, o porque he reconocido su inexperiencia al momento y eso me ha descolocado bastante.

Necesito preguntarle algo importante y no sé cómo hacerlo para que no piense que soy un gilipollas. Porque si nunca había dado un beso, cabe la posibilidad de que aún sea virgen, y necesito saber si lo es o si simplemente tenía alguna norma de no besos, pero sí lo demás. Mi intuición me dice que la primera opción es la correcta, pero me cuesta comprender que ella no haya estado con ningún chico cuando es tan... ella.

Tengo que tomarme las cosas con ella con más calma, aunque el verano sigue pasando.

Estamos esperando a que Miriam e Iker llamen. Me parece un buen momento para hablar con ella, pero no quiero joder esto. Tiene la vista fija en el fuego, la tonalidad anaranjada de las llamas ilumina su perfil resaltando que sus labios están algo hinchados, no puedo describir lo preciosa que se ve y las ganas que tengo de besarla de nuevo, pero no quiero agobiarla.

—Me alegro de estar aquí —murmura volviéndose hacia mí y topándose directamente con mi mirada. Me está poniendo muy difícil lo de no besarla una vez más. Quiero enseñarle y que practique conmigo.

—Yo también —murmuro. Odio la playa, me molesta la arena y me desagrada el olor del mar, y eso por no hablar de las medusas, las algas y la suciedad; pero ahora mismo no querría estar en otro lugar.

—Por primera vez siento que mi vida es como en las canciones, ¿sabes? —comenta y, aunque no entiendo a qué se refiere, no me atrevo a interrumpirla— Quería sentirme la protagonista de mi propia historia porque toda mi vida he sido alguien de relleno, sin relevancia, sin vivencias, sin nada... Y yo solo quería tener algo que contar en las canciones —dice apretando los labios en una sonrisa forzada antes de tragar.

—¿Canciones? —la curiosidad me gana. Lara titubea, parece arrepentida, pero finalmente se decide a hablar.

—Bueno, letras. Escribo letras que no llegan a canciones —admite volviendo los ojos y negando ligeramente con la cabeza, no sé si suena avergonzada o pesarosa.

El dato me sorprende, pero la verdad es que a Lara le pega tener una vena artística y que sea algo relacionado con la música tiene todo el sentido del mundo.

—Si les pusieras música serían canciones —murmuro atontado. Realmente bastaría con que las entonase, pero estoy abriendo la posibilidad de hacer algo con ella porque, aunque no soy ningún genio, me gusta componer con la guitarra.

La vecinita resopla tirando mi ilusión por los suelos.

Parece incómoda, así que supongo que ya hablaremos de esto en otro momento, porque no se va a quedar así. Y quiero leer lo que escribe, seguro que es bueno.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora