49. Brusco

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49. Brusco


Los toques de Ilay en mi cuerpo son firmes, el hecho de que sus manos sean ásperas no le quita suavidad a sus caricias.

Su boca recorre mi garganta mientras su cuerpo me presiona contra mi escritorio, la madera se clava en mi trasero.

—Dime que te has acordado de cogerlos —jadeo apoyando mi frente en su pecho, exhausta por tanto beso. Él ríe bajo antes de llevarse la mano al bolsillo delantero del chándal y sacar un preservativo. Una sonrisa tironea en mi boca.

Esta tarde un rato antes de que cerrase la piscina me ha llamado mi padre; no voy a negar que me he acojonado porque papá no es mucho de llamadas o mensajes, si tiene que decirme algo prefiere hacerlo en persona, así que he asumido que era algo importante o que había habido alguna urgencia. Lo primero que me ha venido a la mente ha sido Taro. Ha sido un alivio enorme cuando he respondido la llamada y me ha dicho que le pregunte a Ilay si quería venir a cenar esta noche. Me ha preguntado si estaba con Miri y cuando le he dicho que sí, me ha pedido que le diga que Iker también está invitado, realmente él es como uno más de la familia así que no me sorprende.

Ilay ha dicho que sí a pesar de que le he recordado que mi padre es juez y que soy su pequeña. Cuando nos hemos bajado de la moto entre nuestras casas, me ha dado un beso largo y profundo y ha dicho que iba a pasar a su casa para darse una ducha rápida y que no tardaba en tocarme el timbre. No sé de dónde he sacado el valor en ese momento para pedirle que se trajese algún preservativo. Me ha dado un momento de locura, porque realmente hay que estar loco para querer follar sabiendo que mi familia va a estar abajo. A Ilay parece que mi petición le ha hecho ilusión o se la ha puesto dura.

Me he duchado súper rápido, dos canciones y algunos segundos de la tercera para ser exacta. Me he puesto un pantalón corto con una camiseta negra simple y me he secado un poco el pelo además de ponerme algo de colonia de mora.

Ilay no ha tardado mucho en llamar al timbre. Y he bajado corriendo a abrirle antes de que lo hiciese papá que estaba en la cocina hablando con Lorena mientras ella hacía la cena.

Taro se ha puesto súper contento al ver al vecino, Ilay siempre le da atención. Después Ilay ha saludado a mi padre y su pareja y han hablado algunos minutos. Mi padre le ha ofrecido una cerveza al chato y él la ha rechazado diciendo que no suele beber porque no sé qué de hacer ejercicio. Entonces han estado hablando un poco de eso, porque resulta que yo no lo sabía pero, cuando mi padre era joven y los dinosaurios andaban aún por la tierra, él practicaba no sé qué deporte y tampoco bebía. Cuando me he cansado de sentir la mano de Ilay acariciando mi espalda mientras hablaba con mi padre, le he dado una mirada suplicante a Lorena y ella ha intervenido en mi rescate. Le ha dicho a mi padre que me deje enseñarle la casa a Ilay, que seguro que le iba a traer recuerdos de cuando éramos niños; y a mi padre le ha parecido una idea estupenda. Claro que él no sabe que Ilay ya ha estado bastante por aquí.

Paseíto rápido por la casa para que la excusa fuese creíble y llevábamos ya un cuarto de hora comiéndonos la boca en mi habitación.

Ilay baja las manos al dobladillo de mi camiseta con la intención de sacármela, pero le detengo. Me frunce el ceño pero no discute nada y colabora cuando yo intento desvestirlo. Se saca la camiseta porque yo no llego y la deja de manera despreocupada en el respaldo de mi silla. Me mira con sorpresa cuando me dejo caer sobre mis rodillas ante él. Desde aquí abajo puedo apreciar su mandíbula tensa y el brillo de sus ojos.

—Mierda, Lara...

Con una sonrisa satisfecha por su reacción, llevo mis manos a la cinturilla de su pantalón y lo bajo. Alzo la vista tras ver en su bóxer oscuro como se marca su miembro. Sin apartar mis ojos de los de Ilay, paso la mano sobre la tela antes de bajar la prenda.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora