23. Un beso frente a la hoguera

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23. Un beso frente a la hoguera


Ilay no me ha devuelto el pañuelo. Se ha quitado los pantalones y lo ha tirado todo junto a la arena. Yo ahora mismo ni siquiera sé qué hacer. Quiero ir a darme un baño, pero me da vergüenza levantarme y que Ilay me vea, así que me he sentado en la arena. Como se me meta por dentro del bañador me voy a quitar la vida.

-Bueno, ¿vamos?

-¿Eh?

-Al agua. Vamos a darnos un baño -especifica y me tiende la mano, Está de pie, se ve alto y guapísimo, mientras que yo estoy tirada en la arena con la espalda encorvada.

-No tengo ganas.

Sí que las tengo.

-Me da igual, me has hecho venir y no voy a ir a bañarme solo.

-Yo no te he hecho venir y no eres ningún niño, puedes ir solito perfectamente.

-Puedo, pero no me da la gana -dice con una ligera sonrisa-. No me hagas llevarte a la fuerza, Larita.

-Eres pesadísimo -resoplo rendida y le tiendo la mano con la palma hacia arriba, pero cuando me la va a agarrar, la retiro-. Dame el pañuelo.

Mi mira con el ceño fruncido, pero resopla fastidiado y se agacha a recogerlo; tiene la decencia de sacudirle la arena antes de dármelo.

Me tiende de nuevo la mano y esta vez se la tomo, dejando que me levante. Pongo el pañuelo oscuro alrededor de mi cintura con prisa, pero antes de que pueda hacer el nudo, Ilay me lo quita de un tirón.

-Deja de hacer el mongolo.

Ni siquiera me da opción a replicar. Tira el pañuelo al suelo y me agarra a mano, tirando en dirección a la orilla. La arena del suelo literalmente arde, así que tenemos que correr hasta llegar a la zona de arena húmeda, donde el vecino me da una sonrisa inocente y un buen repaso.

-A ver, date la vuelta -pide con una sonrisa pervertida. No le hago caso y me acerco al agua, igual él se queda tras de mí, no hay que ser muy inteligente para saber lo que me está mirando.

Espero que al menos le guste.

Aunque me pone nerviosa, procuro que no lo note.

El agua helada llega a mis pies cuando rompe una ola, quitándome las ganas de meterme.

-Está fría -le digo volviéndome. Me está mirando el culo con los brazos cruzados, es que no puede ser más descarado. Levanta la mirada y suspira antes de acercarse a mi lado; ni se inmuta cuando el agua le toca los pies.

-Es mejor meterse de golpe. Vamos.

-Ni de putísima coña.

Doy algunos pasitos, el agua me llega hasta la mitad de las pantorrillas. No entiendo como hay gente en el agua con lo fría que está.

Para cuando me vuelvo a mirar al vecino, le veo correr hacia dentro y tirarse. Él puede hacer eso porque sabe nadar.

Me paro fastidiada porque ni siquiera ha tenido la consideración de esperarme.

Sale del agua rápido, salpicando agua a todas partes, pero lo suficientemente lejos como para no mojarme; el agua le llega a la cadera, así que puedo acercarme hasta él sin ahogarme, pero ni siquiera pestañeo. Estoy paralizada, mirando su cuerpo mojado.

-Vamos, Larita.

El cabello mojado le sienta bien, quiero admirarlo más de cerca.

Contengo la respiración mientras me acerco con paso decidido. Cuando el agua llega a la altura de mi zona íntima, me paro maldiciendo cada vez que una ola eleva el nivel del agua. El vecino ríe y se acerca.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora