52. Vista al mar

365 33 3
                                    

52. Vista al mar


Agosto ha llegado rápido. La segunda quincena de julio ha sido lo que siempre he esperado del verano, justo lo que soñaba. Ilya terminó como socorrista en la piscina y justo al día siguiente nos fuimos con Taro al lago. También hemos bajado varias veces a la costa con Miriam e Iker y hemos pasado muchas noches sentados en las sillas de plástico de mi jardín charlando.

Han habido muchos besos y caricias, y también hemos tenido mucho sexo.

Me pregunto si el sexo es así de fantástico solo con Ilay.

Aún no sé si el vecino se irá cuando llegue septiembre. Hemos seguido exactamente igual, tratándonos como buenos amigos, teniendo sexo como amantes y besándonos como enamorados. Ha habido indirectas y muchas canciones, pero no ha cambiado nada entre nosotros; supongo que está bien, me gusta cómo estamos.

Aunque la incertidumbre que me da no saber si Ilay se irá o se quedará me está matando. Ni siquiera sé si le gusto, porque yo creo que sí y Miri también lo cree, pero el maldito acuerdo sigue en pie y él no ha dicho nada al respecto, y yo tampoco he sacado el tema porque soy una cobarde y no quiero decir nada, que me rechace y lo nuestro se acabe antes de que el verano llegue a su fin. Porque si esto se va a acabar, quiero disfrutarlo hasta el último segundo.

Veo al chato salir del agua tan malditamente sexi que tengo que cerrar la boca para no babear. Se pasa la mano por el cabello mojado en una imagen digna de revista de moda o vídeo xxx. La cadenita plateada siempre colgando de su cuello y contrastando con su perfecta piel bronceada. He tenido que hacer algo muy bueno en otra vida para que el universo me ponga un chico así entre las piernas.

Le doy una sonrisa vaga cuando se acerca, aún procesando lo afortunada que soy, y maldigo cuando sacude la cabeza mojándome antes de dejarse caer a mi lado en la toalla. Anoche a Ilay le dio un voluntazo, me escribió de madrugada y me dijo que pusiera las alarmas temprano que íbamos a pasar el día en la playa nosotros dos solos. Hemos venido en su moto con una mochila en la que llevamos las toallas y poco más.

Ayer nos vimos por la tarde como de costumbre y paseamos a Taro antes de que él se fuese a su casa; hemos estado durmiendo juntos varios días por semana, a papá Ilay le agrada, después de que me defendiese cuando pasó lo de Jordi decidió que es un chico fiable y ya no le importa que me quede en su casa. Ya ni siquiera me pide que le llame si pasa algo y sé que no es porque piense que yo soy responsable, sino porque Ilay lo es. Lo importante es que yo puedo dormir en casa del chato así que no me quejo.

Le conté a papá todo lo ocurrido con Jordi, me dijo que si volvía a molestarme pondríamos directamente una denuncia. También dijo que no se esperaba lo de Lina.

Ella ha venido muchas veces a mi casa, mi familia la conoce bien y les agradaba salvo a Miri que siempre ha pensado mal de ella, y ha resultado tener razón.

Esta mañana el vecino me ha escrito a las siete y me ha dicho que me esperaba abajo en media hora. Me había puesto alarmas cada cinco minutos a partir de las siete y me han bastado cuatro, a las siete y veinte me he levantado y he visto su mensaje. El madrugón ha valido completamente la pena.

Tenía que ser temprano porque estamos en verano y, aunque la playa está a casi una hora, tampoco era cuestión de morirnos de calor en el camino.

Nada más llegar a la costa hemos pasado rápido por un Mercadona a comprar bebidas y algo para picar y hemos venido a la playa en la que pasamos la noche de San Juan. No me puedo creer lo que pasó esa noche y todo lo que ha pasado desde entonces.

Estamos bajo la misma palmera que estuvimos la mañana siguiente, solos él y yo.

—Ven a darte un baño, el agua está buena —dice dándome una sonrisa y estirando la mano para pellizcar mi muslo sin apenas fuerza para llamar mi atención.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora