29. Sin sentimientos de por medio

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29. Sin sentimientos de por medio


La cena se ha quedado fría y al recalentarla se ha quedado casi sin nata, pero aun así estaba rica, o eso han dicho todos. A mí por lo menos me ha gustado.

Miriam ha estado todo el rato mirándome y levantando las cejas de forma insinuante, pero no entiendo por qué. Supongo que cree que Ilay y yo hemos hecho cosas de adultos.

Los adultos no juegan a tirarse harina a la cara.

Mi hermana y su chico tenían prisa por acostarse, ya ni siquiera intentan disimular que no van a dormir.

Ilay está cepillándose los dientes y yo ya estoy cómoda lista para dormir porque mañana no voy a desperdiciar ni un segundo de playa.

Voy a dormir en la cama con Ilay.

En principio iba a dormir en el sofá, pero es nuestra última noche aquí y lo más seguro es que nunca vuelva a tener esta oportunidad, así que he decidido aprovecharla. A él no le molesta, más bien todo lo contrario, y a mí igual.

La voz de Lana empieza a sonar a través de los auriculares.

Me gustaría tener una voz como la suya, tan llena de colores y capaz de transmitir tanto.

Cuando hablé con Ilay sobre mi futuro y mencionó la música sentí un pinchazo en el pecho.

Ojalá poder dedicarme a algo relacionado, pero soy realista y sé que es algo que no todo el mundo puede, que hay millones de personas intentando destacar con sus voces y sus letras y que yo no tengo posibilidades porque mi voz es bonita pero no especial, y mis letras... mis letras son vacías.

Pero trato de ser optimista y está bien que no pueda dedicarme a la música porque podría acabar cogiéndole asco a la única cosa que amo.

Cierro los ojos y me dejo llevar por la dulce voz que suena directa a mi oído. Algún día me gustaría ir a un concierto de Lana del Rey, o de Artic Monkeys, Bizarrap... Supongo que a un concierto en general, o un festival también estaría guay.

Para cuando llega Ilay estoy dormitando. Ni siquiera abro los ojos cuando el colchón se hunde bajo su peso. Apaga la luz, la claridad que tenía con los ojos cerrados desaparece.

Intento no ponerme nerviosa y no salir del estado relajado en el que me encuentro, pero la presencia del vecino a mi espalda me lo pone muy difícil porque se pega demasiado.

Menos de una canción después, Ilay me quita uno de los auriculares.

Resoplo de forma muy exagerada, pero no me muevo.

—Perdona, creía que estabas dormida —susurra bajito. Sin abrir los ojos estiro la mano para que me dé el auricular, no tarda en hacerlo—. ¿Vas a dormir con eso puesto? —cuestiona a modo de queja y yo suspiro porque es muy pesado.

—Sí.

Ilay no objeta nada ante mi respuesta hosca, así que me dispongo a ponerme el auricular; lo tengo cerca de la oreja cuando su voz me interrumpe.

—¿Qué escuchas?

—Joder, Ilay.

Estoy gruñona porque quiero dormir y el idiota al final me va a acabar desvelando con la tontería.

Me vuelvo hacia él y le doy el auricular de mala gana. Ni siquiera abro los ojos, me pesan demasiado como para intentarlo.

Está sonando Cherry. No puedo evitar escuchar la letra y pensar en nosotros, en Ilay y en mí. Últimamente todas las canciones me hacen pensar en lo mismo.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora