39. Especial

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39. Especial


Lara


Pensaba que papá me iba a liar la de Dios, pero no; solo me miró mal y me intentó dar la charla incómoda, hasta que le dije que no hacía falta porque soy mayor y me miró aún peor. Lorena intervino como mi salvadora para recordarle a mi padre que ya no tengo nueve años y él cedió diciéndome que tuviese cuidado y que si me pasaba cualquier cosa, chillase e iría a matar a Ilay; esto último lo dijo con una sonrisa, supongo que es porque no cree que el vecino realmente tenga malas intenciones, pero siendo juez es normal que a veces dude hasta de su sombra, y más cuando se trata de los hombres que se juntan con sus queridas hijas.

Ilay cumplió su palabra y solo dormimos. Muy pegados con la calor que ha hecho, pero sin meternos mano. Y no sé si fue por la llorera o por estar con él, pero dormí muy bien. Cuando me puse los cascos para escuchar la música de Lana como de costumbre, él me pidió uno y dormimos compartiéndolos. Mi corazón en ese momento estaba a rebosar.

Esta mañana hemos desayunado con su madre y hemos estado tranquilos en su casa. Le he escrito a papá para decirle que estoy bien y he hablado también con Miri, que sin darme los buenos días siquiera me ha preguntado si hemos follado.

Nos estamos preparando para ir a la piscina. O mejor dicho, yo me estoy preparando, porque Ilay se ha puesto el bañador y ya, mientras que yo me he puesto el bikini nuevo con un vestido encima, me he echado algo de rímel waterproof y me estoy terminando de hacer las trenzas. Me he recogido el pelo en dos trenzas de boxeadora en la parte de atrás para estar cómoda y no parecer un león. Creo que están quedando bastante decentes.

Cuando vuelvo a la habitación de mi vecino, Ilay me da una mala mirada.

—No. No, no, no. ¿Y el bikini? —pregunta mirándome y yo me señalo el vestido.

—Debajo.

—Joder, Lara...

Busco en la mochila que traje ayer y me echo un poco de colonia de mora.

—¿Nos vamos? —pregunto con una sonrisa divertida y jadeo cuando el vecino me arrebata el frasco de colonia—. ¡Eh!

—Es un poco tonto que te eches perfume para ir a la piscina, ¿no? —lo mira con interés y alza las cejas.

Resoplo, pero no replico porque algo de razón tiene y no le voy a decir que me lo he puesto para él.

Destapa la colonia y la echa en su almohada perfumándola, cuando intento arrebatársela, me aparta con el brazo del mismo modo que lo hacía cuando éramos pequeños y yo le intentaba quitar las gafas de bucear.

—¡Pero no la gastes a lo tonto! —le chillo. Él me chista y me apunta con la colonia.

—Huele bien —admite y tras darme una sonrisa maliciosa, me la devuelve. Solo quiere fastidiarme, pero al menos le gusta cómo huele.

Llevo la misma bolsita de tela que me llevé a la playa con la misma toalla, los auriculares por si Ilay está demasiado ocupado y me toca quedarme solita al sol, y también llevo algunos tampones, no creo que me hagan falta porque ya está por cortárseme, pero mejor prevenir que curar.

Cuando estamos fuera Ilay me pone el casco de la moto, y se me queda mirando con una sonrisa.

—¿Qué?

—Te quedan bien las trencitas —comenta y yo aprieto los labios haciendo sobresalir el inferior, pero es Ilay y no puede dejarlo solo en lo adorable—. Están perfectas para tirar de ellas desde atrás.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora