15. Match

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15. Match


Me ha mentido. El agua esta helada.

—Venga.

—Está congelada. ¡Congelada! —insisto con dramatismo. Mi vecino se ríe y se da la vuelta, iba adelantado por unos pasos, pero regresa a mi lado y yo intento alejarme porque sé que tiene malas intenciones.

Apenas he metido un dedo del pie en el agua, siento que si meto algo más me va a dar una hipotermia.

—¡No te acerques! —le chillo mientras estiro los brazos para que se mantenga alejado, pero me los hace a un lado y me engancha de la cintura, levantándome. Agito los pies en el aire en vano mientras él avanza—. No, no, no. Ilay, por favor.

—Qué bien suena cuando me ruegas —dice con un tono perverso. Mi espalda está pegada a su pecho y sus brazos presionan la parte baja de mi estómago, apretándome contra su anatomía y manteniéndome en el aire aunque pataleo con ganas. Ni siquiera sé cómo puede levantarme con lo que peso.

—Eres un imbé...

Se me corta la respiración cuando mis pies quedan sumergidos en el agua helada, pero en cuestión de un segundo reúno el aire suficiente como para chillar.

Intento salir corriendo para no estar más en el agua helada, pero Ilay me retiene con sus manos aún alrededor de mi cuerpo.

—Eres una exagerada.

—Encima me has mojado el pantalón, eres gilipollas —le reprocho. El agua helada hace que mis pies sientan pequeñas punzadas. Me había remangado el bajo de los vaqueros un poco para no mojarlos, pero el agua me llega por encima de los tobillos.

—Mira —dice posando su mentón en mi hombro y señalando al frente con el dedo índice; le basta una mano para retenerme. Su cercanía hace que me quede estática; mis ojos siguen la dirección que indica. Taro está nadando con la pelota en la boca, en esa zona sus patas no alcanzan el fondo, creo que mis pies tampoco alcanzarían porque se ha alejado bastante de la orilla—. Seguro que nada mejor que tú —bromea sin saber que en realidad es cierto. Resoplo indignada y hago un último esfuerzo por apartarme, él me deja ir. Mis pies se han acostumbrado a la temperatura del agua, pero aun así me apresuro a salir.

Hace calor, pero conforme cae la tarde la temperatura baja.

—Pues ya que tú eres una aburrida, yo voy a ir a nadar un rato —dice mi vecino sin moverse del sitio.

—Ten cuidado de no ahogarte —le digo con malicia tomando asiento de nuevo en la piedra. Me saca la lengua en un gesto infantil antes de caminar hacia el interior del lago. Taro se acerca a él. Hacía muchos años que no le veía nadar, desde que la piscina de casa se pinchó.

Mis ojos no tardan mucho en desviarse hacia Ilay. Le miro durante unos minutos, recordando que cuando éramos pequeños también hacia esto. Él se iba a nadar y yo me quedaba hablando con su madre y contándole los capítulos de las Pichi Pichi Pitch, las Pretty Cure y las Winx.

Tomo el móvil para hacer más ameno el rato; me siento ignoradísima. Después de levantar al menos cinco veces la vista de la pantalla en menos de dos minutos para mirar al vecino, opto por darme la vuelta y sentarme de espaldas a él.

No hay novedades en Instagram, tampoco en Tiktok o Twitter, así que acabo entrando a Tinder a deslizar perfiles sabiendo que no voy a hablar con nadie.

Izquierda, Izquierda, izquierda, izquierda...

Me detengo. Frunzo el ceño mirando con detenimiento la imagen del subnormal que me ha traído aquí. Claramente es él, está sonriendo y el malnacido tiene una sonrisa arrebatadora. Además pone su nombre. Paso a la siguiente imagen por curiosidad. Está sin camiseta enganchado a una de esas barras, ni siquiera lo pienso antes de hacer la captura de pantalla.

Letras para él [✔️] |Canciones de verano 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora