"La única forma de evitar la tentación es caer en ella." Oscar Wilde
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Advertencia: Smut
Estoy en el expreso de Hogwarts con Draco camino a la mansión Malfoy, sus padres me invitaron a pasar navidad con ellos, ya que Draco y yo comenzamos a salir paso más tiempo con su familia, cosa que no me desagrada, Narcisa es realmente agradable, las veces que he ido me ha enseñado álbumes de fotos de Draco pequeño. Lucius es más reservado, pero igual de agradable que Narcisa.
Ahora estoy recostada en el regazo de Draco, él acaricia mi cabeza mientras mira por la ventana, estamos solos en el vagón y estoy algo aburrida.
— Draco. — le digo desde abajo.
— Dime, hermosa. — baja la vista.
— Estoy aburrida. — le hago puchero
— ¿Y qué podría hacer? — dice levantando una ceja con media sonrisa.
— Y si... ¿Usamos el encantamiento vibrador?
— Jum ¿quieres que lo use? — asiento — bien — se levanta y busca su baúl, saca un pequeño objeto con forma circular y me lo entrega — póntelo — niego
— Mejor haz lo tú. — me acomodo en el asiento y abro un poco mis piernas, él se ríe y se pone de rodillas, abre más mis piernas y mueve mi ropa interior. Ya estoy algo mojada, introduce la esfera y suelto un suspiro pesado.
Draco se vuelve a sentar, pero ahora frente a mí, coge su varita y la mueve levemente, el aparato se estira y se expande un poco en mi interior haciendo que una oleada de sensaciones me invada.
Draco vuelve a mover su varita y empieza a vibrar en mi interior, es excitante, suspiro por la sensación de placer que me genera.
— ¿Te gusta bonita? — asiento. Él mantiene la velocidad por unos minutos y la sube bruscamente, haciendo que suelte un gemido involuntario, me tapo la boca al instante.
— Draco... No... Agh — arqueo la espalda de placer, me muerdo fuerte el brazo con tal de no gemir, nadie puede saber lo que estamos haciendo — hagas eso. — él baja la velocidad al escuchar a la señora del carrito acercarse, yo me acomodo lo mejor que puedo.
La mujer abre el vagón y nos ofrece caramelos, Draco compra algunos, se va y quedamos nuevamente solos, él se para y se acerca a mí, pone su mano sobre mi barbilla y hace que lo mire. Se muerde el labio al ver mi expresión, debo verme patética en este estado. Sube y baja las vibraciones de forma irregular, haciendo que se me haga cada vez más difícil no gemir.
— Gime para mí, hermosa — le sube a la intensidad. Niego mientras aprieto mi labio con fuerza — nadie te oirá. — se acerca a mi boca y me besa, sube aún más la intensidad y ya no puede más, empecé a gemir, intente que fuera lo más bajo posible, ahogue todos los que pude, en serio, él puede llegar a ser muy malo cuando quiere. Se separa de mí y vuelve a sentarse frente a mí. Me mira mientras se relame los labios. Me aferro al asiento mientras pongo una mano en mi boca tratando de disipar el ruido. Le baja un poco, cosa que en parte agradezco.
