"La única forma de evitar la tentación es caer en ella." Oscar Wilde
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Advertencia: Smut, BDSM
Narra Tom
Estoy harto de que hable con Prewett de esa manera, es mía y no la comparto, pero no puedo parecer un maldito posesivo frente a tanta gente, tengo una reputación que mantener.
Salgo de la biblioteca hacia mi sala común, digo la contraseña y entro. Me siento a esperar a que llegue, solo puedo pensar en el castigo que le espera, y sonrío maliciosamente. Al cabo de un rato la veo entrar a la sala común, me apresuro a interceptar la y tomar la del brazo.
— ¿Qué haces? Me lastimas. — se intenta zafar, pero soy más fuerte.
— Eso debiste pensar antes de ser tan coqueta con Prewett. — ella me mira mal.
— ¿Ahora no puedo tener amigos?
— Oh, no, claro que puedes, pero si vas a estar de coqueta atente a las consecuencias. — la jalo por la sala común hasta llegar a los dormitorios, sé bien que hay unos vacíos en él alá oeste, es realmente útil ser de los favoritos se Dippet. La empujó dentro de uno y ella me mira enojada.
— Eres un animal. — se dirige a la puerta, pero la detengo.
— ¿Crees que te dejaré ir así de fácil? — pregunto con una sonrisa arrogante. La agarro con fuerza del brazo obligándola a poner sé dé rodillas y desabrocho mi pantalón, mi pene ya está algo duro y se lo mete entero a la boca. Me empieza a hacer una oral fenomenal, esta chica sabe cómo usar su boca.
Narra Cassia
Detesto que me intente controlar, pero se ve tan sexy, molesto y dominante que me empieza a importar poco si es o no celoso.
Tengo su polla en mi boca, mientras la deslizó dentro se va poniendo cada vez más dura y Tom no para de jadear indicándome que lo está disfrutando, yo ya estoy muy mojada, su lado dominante me pone mucho, aunque actúe rebelde solo es para encabronar le más. Saca su miembro con brusquedad y me agarra otra vez del brazo, haciendo que me pare y llevándome hacia la cama.
— Quítate la ropa — me cruzo de brazos — Que Te Quites La Maldita Ropa — dice y me agarra del cuello, obedezco a regañadientes, una vez estoy en ropa interior, me voy a desabrochar el sujetar, pero él me para poniendo su mano sobre la mía — eso te lo planeo quitar yo — asiento — sienta té y extiende los brazos. — obedezco, coge unas cuerdas y ata mis muñecas.
— Estás loco, Riddle. — lo miro mal.
— Loco por ti, querrás decir — acaricia mi abdomen, con una mano hace que me acueste en la cama, me observa atentamente — ¿por qué tienes que portarte mal? — me acaricia — sabes lo mucho que detesto que hables con otros chicos y de esa forma tan coqueta.
— No puedes decidir con quien habló y con quien no, Riddle — sus ojos marrones están oscuros, tanto que no logro distinguir las pupilas. Su ceño está fruncido, al igual que la comisura de su labio.
