"La única forma de evitar la tentación es caer en ella." Oscar Wilde
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Advertencia: Smut, BDSM, privación sensorial.
— Buenos días, cariño. — siento un par de besos sobre mi espalda.
— Buenos días, amor. — le sonrío aún con los ojos entrecerrados, él se levanta de la cama y lo siento caminar por el cuarto.
— He pedido el desayuno. — me acomodo en la cama y me estiro.
— Huele muy bien. — mis ojos se adaptan a la luz y por fin puedo verlo, me muerdo el labio por reflejo. Tom lleva una toalla envuelta en su cintura dejando su pecho a la vista, su abdomen trabajado cubierto por algunos bellos se ve tan bien.
— No me mires así que yo no soy el desayuno. — me río por su comentario.
— Pero podrías serlo. — sonrío con malicia recordando que no traigo nada puesto debajo de las sábanas. Me levanto de la cama aun con las sábanas cubriendo mi cuerpo y camino hacia él.
— Eres lo más hermoso que jamás tendré. — sonrío como tonta y le doy un corto beso.
— ¿Y qué tenemos para desayunar?
— Fresas con Champaña, huevos, pan y café. — miro el carrito con la comida y tomo una copa.
— Un poco de Champaña, señor Riddle.
— Como usted ordene, señora Riddle. — sonrío mientras él toma la botella y la abre. Estamos celebrando nuestro cuarto aniversario de bodas y no podría ser más feliz.
Me sirve mi copa, la suya y hacemos un brindis. — Por un largo futuro juntos, mi amor. —chocamos nuestras copas y bebemos de ellas.
— Bueno, a desayunar — él iba a levantar la tapa de uno de los platos, pero detengo su mano. Me mira confundido. Le doy una inocente sonrisa y dejo caer la sabana que cubría mi cuerpo dejándome expuesta ante él. Tom me examina de pies a cabeza y se relame los labios. — ¿qué pretendes, Cassie?
— Creo que eso lo sabes muy bien — me acerco peligrosamente a él y pongo mis manos en la punta de la toalla halando de ella y dejándola caer al suelo. — me encantas, Tom. — tomo su miembro entre mis manos y masajeo lentamente. Él cierra los ojos y disfruta de mis movimientos.
— Cassie tengo hambre, podemos hacerlo más tarde. — suelto su miembro y ruedo los ojos.
— Bien, comamos. — tomo la bandeja de comida y la llevo a una mesa. Él se pone de nuevo la toalla, yo me cubro con una bata.
Se me ocurre una idea.
— Pero antes siéntate — él hace lo que pido, camino por el cuarto y busco la corbata del traje que llevaba ayer. La tomo y camino hasta él. Tom me mira con una ceja levantada — no haré nada raro, pero yo te daré la comida.
— De acuerdo. — llevo la corbata hasta sus ojos y los cubro. Comienzo a darle de comer, miro las fresas y una sucia idea viene a mi mente, sé que es pervertido lo que pienso, pero la excitación me puede.
