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Rachel.

—¡Rompió la fuente, llévenla al auto! —Grita mi escolta y el dolor es demasiado, tanto que siento que me están desgarrando por dentro.

El sudor me abarca y me llevan al auto dirigiéndonos al hospital privado que Christopher reservó desde hace meses.

Mi cabeza solo procesa en que tendré por fin a mis mellizos, pero el dolor es tan insoportable que me hace tratar mal a los escoltas.

Nos adentramos al lugar y me ponen en la camilla

—¡Para esto! —exijo con las contracciones que se unen al ardor que me quema las venas.

—Respira —pide la enfermera y grito cuando no soporto los espasmos.

El sudor corre por mi frente y miro mi alrededor distorsionado, todo se vuelve borroso y trato de abrir los ojos para quedar presente, se me cierran los ojos y los abro con muchas fuerzas.

Te voy a anestesiar y procederé con la cesárea — informa la enfermera y sacudo la cabeza.

Si no estoy consciente no sé qué harán con ellos y yo los quiero nazcan como nazcan.

Siento que el oxígeno no es suficiente y que todos mis huesos están siendo fracturados al mismo tiempo.

—¡Los voy a parir asi me muera! —dejo en claro— ¡No quiero ninguna anestesia!

–Mujer no te compliques la vida –Habla la chica y la miro mal.

La chica solo procede a traer lo necesario.

Siento que muero con el dolor y grito tanto que veo como los escoltas me miran paniqueados.

—Hombres, fuera —pide antes de desnudarme de la cintura para abajo y la casera que le ayuda se posa a su lado alistando lo que falta.

Me limpio la sangre que me sale de la nariz y cierro los puños en la sábana. Tengo miedo de que los pueda matar, de que no sobrevivan y todo esto haya sido en vano.

—Puja cuando te lo diga.

–¿Y Christopher? –Pregunto en medio del dolor.

El dolor llega a los niveles nunca antes alcanzados y pujo, pero no surge nada y no entiendo lo que me dicen con el zumbido que tengo en los oídos.

—¡Puja! —me indica ella, pero fallo en el nuevo intento cuando el vértigo me resta la capacidad de coordinar.

  Me mareo en medio del llanto, no lo logro con la cuarta vez y mis ojos empiezan a cerrarse nuevamente.

—¡Rachel! —la voz de Christopher llega a mis oídos a la vez que sus manos toman mi cara— ¡Reacciona y hazlo ya

Me aferro a sus brazos esperando la contracción que me levanta y debilita al mismo tiempo. No funciona e intento tres veces más mientras mi corazón amenaza con detenerse.

—¡Una vez más! —exige él.

Los muslos me tiemblan, el coronel no me suelta.

Sobresale el llanto y dicho llanto suave hace que Christopher se aleje a recibir al bebé que emerge de mí después de que la enfermera le haya cortado el cordón.

—Falta —me tomo un minuto.

Vuelvo a pujar más débil, pero con la misma ganas de oír al otro.
Los brazos se me cansan, mis pulmones se queman y hago todo lo que puedo.

Veo como Christopher carga a mi bebe,  mi vista está muy borrosa que no puedo ver nada, el coronel me la pega para que le dé calor y de cerca puedo observar sus mechones negros azabache y los ojos grises que me recuerdan a su padre, sonrio al verla y Christopher me la quita cuando la enfermera me pide pujar otra vez.

FANFIC -Pecado Placenteros-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora