RELATOS

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Una noche mientras escribía alguna timida poesía,
poesías de estás que se hacen en los coches,
a la luna, a los árboles que corren en contravía,
al cielo pobre de la luz del día,
al canto de las mirlas o los toches
al reflejo cuando chocan las luces de los postes
o faroles de los autos
en las humedecidas vías.
No era una noche como esta,
ni soy hoy el de aquel día,
una mano quitó mi broche,
bajó mi cierre, manoseó mis partes y
al oido me dijo con su voz suave, ibérica y con un léxico en derroche:
haceros para mi una poesía,
vaya que bien suena haceros,
soy latino
diría yo, hazme, pero no pudiese sin una fotografía...
-¿ desnuda?
parecía quedarse enganchada en un poste
mi triste y débil valentía,
balbuceé temblando y muy imbécil
[con unas palabras basta entonces y que lleven picardía]
Mordí mis labios de bronca porque las palabras no eran mias,
era tonto negar
que su desnuda imagen queria,
lejos de ese coche,
con el canto de las mirlas y los toches
deseándola mientras hacía su insinuante poesía.

POESIA ERÓTICA Y OTROS DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora