La mente viaja en primera clase dentro del formato de algún libro, a través de cada línea, en los versos, en las frases, en las escenas de erotismo, en las apreciaciones de un escritor pagano que atrapa incautos por el aliño de las coincidencias, de los cómplices desordenes, de la similitud del caos de nuestras recónditas conductas y las que él plantea con su pluma, entonces vamos descubriendo nuestro desiquilibrio en los ojos del artista que se convierte en nuestro coach con cada mensaje, con sus verdades, con su escueta y rotunda realidad y terminamos compartiendo al tiempo, escribas y lectores,
esos secretos que guardan los diarios aventureros de la alcoba, de la ducha, del asiento trasero del auto, de algún árbol alcahueta, del ascensor, de los pasillos de las grandes bibliotecas, del bar, de la calle sin farolas en la ciudad del silencio, de cualquier rincón que permita desahogar los gritos reprimidos, las almas en su afán de libertad y el delirio del viaje al morbo universo.
Nos adentramos en los placeres ocultos de nuestra mente y nos excita vagamente los mostruos internos a los que damos alas, las emociones que puedan surgir al desatarlas, los miedos descubriendo lugares del que no queramos salir luego aunque la conciencia lo desapruebe porque con astucia hemos pautado un acuerdo de razón y locura,
porque se han pervertido maduramente
y nos alentamos al borde del abismo poniéndole alas a las mortales culpas que se han disfrutado mutuamente a escondidas,
con los mismos nervios, acelerando en igual forma los latidos, los sentimientos viciosos, los pensamientos libertarios y que por ser humanos, por ser amantes, por ser sensibles, por ser auditivos, hemos permitido su arribo y lo padecemos una y cien veces y lo disfrutaremos otras mil y lo aprobaremos un millón más en el delirio
aunque en nuestra cordura esté prohibido.
Yo,
cada sábado, pasada la media noche,
tengo un vuelo programado hacía ese imaginario universo,
con sus galaxias, su propia luna, un lugar sagrado emulando el cielo con pequeñas estrellas titilando,
algo a qué temer,
un pecado consentido por el cual delirar
y abajo un pequeño infierno para que tenga sentido arrepentirme sabiendo que el aliño de nuestras coincidencias,
de nuestros cómplices desordenes
y la similitud de nuestro caos permitirán de nuevo un acuerdo entre la razón y la locura mientras sigan existiendo estos viajes a nuestro morbo universo.Isayo
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POESIA ERÓTICA Y OTROS DEMONIOS
PuisiLIBRO DE LAS NOCHES PROFANAS Advertencia!! Si buscas un libro que no hiera las susceptibilidades propias, si has crecido escuchando que la mujer está al servicio del hombre bajo el dominio clerical represivo, motivados por el ejercicio del débito co...